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Después de todo el drama con Anthony decidí bajar a la alberca y tomar un poco de sol. Me había puesto un traje de baño de dos piezas color azul agua. Enseñaba pero no tanto. Me senté en uno de los camastros y me dispuse a ponerme bronceador, en ese momento apareció Anthony y su tío sentándose en el camastro seguido al mío.

–¿Te ayudó?– me preguntó Anthony con su sonrisa pícara.

–No– aún estaba molesta con él.

–¿Ya están enojados de nuevo?– preguntó tio riéndose.

No le respondí, que tomara mi silencio como respuesta.

–Si anoche pase por la habitación de Anthony y solo se oían los chanclazos que parecía que la estabas matando– dijo tio riéndose.

–TÍO –me dio muchísima vergüenza y me tape la cara. Anthony estaba carcajeándose mientras yo estaba roja como un jitomate.

–Bueno deberían de estar felices después de semejante derroche de pasión– se carcajeó tío.

–Tío cállate ya, ve como la tienes– Anthony se rio y le pego en el hombro a su tío.– Ve a fumar tu puro por allá y déjanos en paz.

Tío le hizo caso y se fue dejándonos solos.

–¿Por que sigues enojada?– se sentó a lado de mi y me observo.

–Por que no quiero un Tesla y por que no me dejaste arrancarle las extensiones a esa vieja.

–No valía la pena mi amor. Dame eso, déjame ayudarte– me quito el bronceador, puso producto en sus manos y comenzó a masajear mi espalda.

–Vas a hacer que me de un orgasmo– estaba disfrutando mucho de sus caricias. Y como Anthony es un maldito diablo deslizó sus manos para coger mis pechos desde atrás y los estrujo.

–Anthony nos pueden ver– lo reprendí y tome sus manos haciendo que me abrazara.

–Acabas de embarrar mi costosa camisa con tu bronceador – me dijo al oído, podía sentir que estaba sonriendo.

–No me importa– me embarre más en el para que de verdad se ensuciara.

–¿Ya me perdonaste?– preguntó y me dio un beso en la mejilla.

–Si.

–Ves... "Hiciste toro este llanto por nara"– me canto y después se carcajeo.

–Ojalá tus fans vieran lo bobo y ñoño que eres– lo observé con ternura.

–¿Para que? ¿Para que se enamoren más de mi y tengas mas rivales que despelucar?

–Ay, No soy tan celosa o si?

–Puedo esperar cualquier cosa de ti.

–Ay por Dios Anthony– me reí y me separé de él.

–¿Y si nos metemos a la alberca?– preguntó quitándose la camisa.

–Trae a Matías ¿Donde está?– últimamente me había hecho menos aprensiva hacía mi hijo. Tenía la confianza de que todos aquí cuidaban de él.

—Mi amor, estamos solos— sonrió de esa manera cuando se quiere portar mal.–Todos se fueron para la capital, amelfis se llevó a Matías, bueno solo tío decidió quedarse.– terminó su argumento y se lanzó a la alberca.

Este hombre era sexy hasta mojado. En mis ojos parecía de esos modelos cuando salen de la alberca, hasta en cámara lenta lo vi.

–Ven aquí deborita– sonrió y se mordió los labios.

Me levante y me senté en la orilla de la alberca, metiendo únicamente las piernas y los pies.

–Me encantas, ¿sabias?– dijo mientras acariciaba mis piernas.

–¿Que tanto?– le sonreí y me recargué en mis brazos hacia atrás.

–Mucho mi amor– me tomo por la cintura y me metió a la alberca. Fue tan rapido que me tomo desprevenida y tragué un poco de agua.

–Me quieres matar o que– estaba tociendo y riéndome al mismo tiempo.

–Perdón, perdón– pasó sus manos por mi cara para quitarme el cabello y el agua. Aveces podía ser muy brusco y tosco con sus movimientos pero Anthony era un hombre muy divertido.

Nadamos y tonteamos un poco en la alberca hasta que me arrincono en una esquina, me enredé como serpiente a su cuerpo y Anthony respondió besándome con intensidad.

Sus besos eran adictivos. Toda mujer debería de tener un Anthony tóxico en sus vidas pero no él mío obviamente.

–¿Haz hecho el amor en una alberca?– me susurró al oído y todo se me hizo agua.

–No– me reí y observé su rostro.

–Que aburrida eres, me falta tanto por enseñarte...– era tan coqueto que me costaba mucho resistirme a él.

–Enséñame entonces...

Anthony sonrió y pasó sus labios por mi mandíbula dirigiéndose a mi oreja y chupo el lóbulo, siguió bajando por mi cuello con besos y chupetones, mientras sus manos acariciaban desde mi espalda a los glúteos. La verdad era que estaba hirviendo de deseo por el hombre que tenía frente a mi. Me gustaba tocar su espalda y sus pectorales, incluso tenía la rara manía de pasar los dedos por las marcas que se le habían hecho en los brazos a causa del ejercicio. Hasta sus defectos me gustaban.

Con una de sus manos acariciaba mi cuello y iba deslizando su mano hacia abajo hasta llegar a mis senos, mientras con la otra mano luchaba por desabrochar el cordón que sujetaba la parte baja del traje de baño.

En ese momento escuché la risa de mi hijo y sus pequeños pasos acelerados acercándose.

–Maldita sea– gruñó Anthony cerca de mi oído y me abrazo para darme tiempo de acomodar y atar los cordones de mi traje de baño.

–Mami– se acercó Matías a la alberca y me sonrió.

–Hola mi bebé, ¿donde estabas?– le pregunte a Matías.

–tía melfis– llevaba una pequeña pelota entre sus manos.

–¿A donde fueron?– Anthony estaba recargado en un orilla tratando de disimular su molestia.

Matías soltó su pelota y rodó hacia el agua, él al no tener conciencia del peligro se acercó mucho a la alberca casi al punto de caer dentro de ella pero alcance detenerlo. El corazón estuvo a punto de salírseme. Era mi bebé, mi pequeño... haría por cualquier cosa por él. Le ordene que sentara en uno de los camastros y después me dispuse a salir de la alberca.

–Ya abra tiempo, no te enojes– tome la cara de Anthony con una mano e hizo cara de pescado.

–Está bien, entiendo debby. No soy...– lo interrumpie.

–Eres bien caliente, no lo niegues– le di un beso y me reí.

Salí de la alberca y me lleve a mi pequeño al cuarto.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora