Clandestino / Romeo Santos

2-48

–¿Cuando piensas hablar con cedin?– le pregunte a Romeo. Ya estábamos sentados dentro del avión.

–No lo sé– hizo una mueca y se jalo una oreja.

–¿Quieres que vaya contigo?

–¿Que? No... esto es algo que debo arreglar yo con él.

–Ambos somos culpables. Quiero que arreglen las cosas, yo se lo importante que es para ti.

–Prefiero ir solo– dijo guiñándome un ojo.

Aunque quisiera ir a hablar con cedin y echarme toda la culpa para que ellos se arreglen. Debo respetar su decisión.

–¿Que haces?– intento chismosear la pantalla de mi celular.

–Nada– sonreí y bloqueé el celular.

–¿Que subes en tus redes sociales que nunca aceptaste mis usuarios falsos?– dijo riéndose.

–Antes fotos de Matías, ahora fotos tuyas.

–¿Mías?– arqueó una ceja.

–Si, fotos tuyas. Desnudo.

Soltó una carcajada y todos en el avión voltearon a verlo.

–Tu no tienes fotos mías así. Yo si tengo muchas tuyas.

–¿Quieres apostar que si tengo?– dije moviendo las cejas.

–¿Pero no en tu instagram, verdad?

–Obviamente no bobo– me reí y Anthony me envolvió en sus brazos.

–Déjame ver mis fotos. ¿Me veo deseable?– siempre tenía esa maldita sonrisa que tanto me gustaba.

–Déjame ver las mías y yo te muestro las tuyas.

–No, por que vas a querer borrármelas.

–Entonces no voy a mostrarte nada– le sonreí y él me tomo el rostro con sus manos.

–No homiga– grito mi hijo cruzando de brazos, parado frente a nosotros.

–Matías ya, Anthony es tu papá. Deja de hablarle así– lo regañe.

–No lo regañes– me dijo Anthony en voz baja.

Matías empezó a emberrincharse y si algo detestaba era eso. Empezó a llorar y a patalear en pleno avión. Bendito Dios que era vuelo privado, si no ya nos hubieran lanzado en paracaídas con el escándalo que estaba montando mi hijo. Me levante y lo cargue para llevarlo al baño, yo no tenía la paciencia de Anthony.

–Debora...– Anthony quiso detenerme. No quería que lo regañara pero lo ignoré, no iba a permitir que se comportara así.

Cuando entre al baño con Matías lo senté en el escusado.

–Cálmate ya– dije con autoridad pero Matías seguía pataleando y llorando–Ya Matías– dije sosteniéndolo de su carita para hacer conexión visual con él.

Simplemente no podía controlarlo y estaba perdiendo el juicio.

–¿Me dejas hablar con él?– detrás de la puerta estaba Anthony.