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Narra Anthony.

–No todo lo que brilla es oro– dije refiriéndome a Alaric.

–Me di cuenta contigo.

Estaba consiente que debora estaba herida. La había lastimado una vez más y me merecía todas sus palabras llenas de odio, aunque no sabía cuanto estaba dispuesto a tolerarle sus desprecios.

–Yo nunca te prometí nada. Ni tampoco fingí ser alguien que no era– dije sin despegarle la mirada.

–¿A que has venido Anthony?– dijo apretando la mandíbula.

Me odiaba.

–Hoy vi a Alaric...

–Bien por ti. Yo lo veo todos los días antes de dormir y al despertar.

Debora estaba picándome la cresta.

–Está engañándote– dije mostrándole mi celular.

Con una seriedad y tranquilidad que me sorprendía, tomó mi celular y observo la fotografía. Pensé que iba a ponerse histérica. La foto era bastante buena, si no fuera cantante podría ser de paparazzi.

–¿Crees que no lo se?– dijo entregándome el celular, cruzándose de brazos.

Me quede realmente sorprendido con su respuesta. Sabía que le estaba siendo infiel y aún así seguía con él.

–¿Ya lo sabías?– me sentí un estupido.

–Claro. Si no atiendes a un hombre, es lógico que va a buscar placer en otra mujer.

Una luz de esperanza en mi interior se encendió. Debora no tenía intimidad con su esposo. Él único era yo, seguía siendo yo.

–¿Por que sigues con él?

–Tu me enseñaste algo muy importante...– dijo recargándose en su silla derrochando todo su Ego mientras escribía algo en su celular. Esta mujer se tenía muy creído el papel.

–¿Que te enseñe?

–Me enseñaste que por más "enculado" que esté un hombre con una mujer, jamas va a dejar a la "oficial", así que no me importa si Alaric se revuelca con todo el hospital.

Eso si no me lo esperaba. Me estaba tirando con todo.

–No pensé que fueras ese tipo de mujer.

–¿Que tipo? ¿La que aguanta que el marido le ponga los cuernos? Bueno... yo se los puse primero, estamos a mano.

Había creado un monstruo.

–Deb, yo de verdad estoy muy arrepentido... de todo– quise tomar su mano pero la alejo con brusquedad.

–Si ya terminaste de contarme tus chismes, puedes irte.

–Debby... mi amor por favor déjame hablar...

–No me digas Debby, me llamo debora y mucho menos me llames "mi amor", tú y yo no tenemos nada que ver.

–Tenemos un hijo.

–Solo soy la mamá de tu hijo. Punto.

–¿Amas a Alaric?–pregunte sabiendo que Deb estaba a la defensiva conmigo.

–¿Acaso importa "amar alguien"? Descubrí que es mejor buscar quien te quiera a buscar a quien querer.

Estaba apunto de responderle, cuando se abrió la puerta.

–¿Mi amor te gustaron las flores?– era una voz de hombre.

Hasta ese momento me percaté de las enormes flores a lado de su escritorio. Gire la cabeza y el tipo que había entrado era su jefe.

–Lo siento deb no sabía que estabas ocupada– dijo haciendo ademán de irse.

–No te preocupes, yo ya me iba– fulmine a debora con la mirada, me di media vuelta y salí de su oficina.

Ahora me quedaba claro por qué no le importaba lo de Alaric. Estaba revolcándose con su jefe.

Salí hecho una furia. Yo quería a debora y me dolía pensar que estaba con otro, pero era mi culpa todo era mi culpa. Jamás iba a recuperarla.

Narra debora.

–¿Este es el cantante? ¿El papá de Matías?–me pregunto mi jefe riéndose mientras se sentaba en las sillas frente a mi escritorio.

–Si– dije soltando el aire que había contenido mientras Anthony estaba aquí.–Gracias por venir a salvarme.

–¿Por que le hiciste creer que tú y yo teníamos algo?– dijo riéndose.

–Una cucharada de su propio chocolate.

Mi jefe se empezó a reír.

–Si se lo cuenta a tu marido, va a venir a partirme la cara.

–¿Sabes que él muy hijo de puta me está poniendo los cuernos?– dije sin poder creérmelo.

Durante este tiempo mi jefe se había convertido en mi aliado y en mi mejor amigo. Y además Matías lo adoraba.

–Debora por dios, Si lo tienes en abstinencia ¿que esperabas?

–Todos los hombres son iguales– dije molesta.–Se la pasan pregonando amor y la primera zorra que les sonríen caen.

–Ni cara tienes de criticar a los infieles– dijo riéndose y además tenía razón.–Los hombres somos sexuales y animales, ¿que esperabas si no atiendes a tu pobre marido?

–Voy a trapear todo el hospital con esa enfermera– dije con cierta rabia.

–¿Como lo supiste?– pregunto intrigado.

Me estaba quedando claro que los hombres eran igual o más chismosos que las mujeres.

–Anthony fue quien me lo dijo.

–¿Y le crees?

–Me mostró una foto de Alaric afuera del hospital besándose con una enfermera.

–Wow– dijo pegando su espalda al respaldo, colocando su pierna encima de la otra.

–¿Que piensas hacer?

–No lo se, sinceramente no lo sé. De Anthony podía esperar cualquier cosa, pero de Alaric...

–¿A cuál amas en realidad? Con quien te gustaría quedarte.

–Con Chris Evans– dije decepcionada por qué sabía que eso jamas iba a suceder.

–Debora por Dios, estoy hablando enserio.– dijo riéndose.

–Mi vida es un desastre– dije dejándome caer sobre mi escritorio.

–Al menos tienes Salud– dijo riéndose.

–Debí ser monja y dedicarle mi vida a Dios, no andar de calenturienta.

La carcajada de mi jefe resonó en toda la oficina.

–Déjalos a ambos y quédate conmigo– dijo guiñándome un ojo.– Hago buenos trabajos– dijo elevando las cejas. Obviamente su comentario llevaba una connotación sexual.–Piénsatelo y me avisas– dijo riéndose y salió de mi oficina.

¿Que iba hacer con toda esta revolución dentro de mi? Anthony seguía desestabilizándome y Alaric me había dado el motivo para dejarlo.

Me sentía tan confundida. Ahora mismo sólo quería tomar a mi hijo y escaparnos a donde Anthony nunca pudiera encontrarnos, pero es tan necio que al final lo conseguiría.

Quería olvidarme de los dos.

No se como había logrado mantenerme firme frente a Anthony sin soltarme a llorar y reclamarle todo lo que había pasado aquella noche. Fue uno de los peores días mi vida, todavía tenía pesadillas por culpa de esos hombres que nos secuestraron.

¿Por qué me hacía creer que era lo más importante de su vida cuando en realidad no era así?

Lo odiaba pero también lo amaba con todo mi ser.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora