Habían pasado casi dos semanas y a Anthony no le había visto ni el polvo, solo se reportaba con excusas estupidas y yo no aguantaba a Matías preguntándome por él.
Hoy volvía al trabajo y no tenía idea de que hacer con mi hijo. No quería llevarlo a una guardería y las amistades que tenía aquí ni siquiera saben de mi regreso. Maldito Anthony. Gracias a Dios que Alaric estaba por llegar y mi vida volvería a la normalidad.
Me cambie y me arregle para mi primer día de trabajo en NY. Decidí llevar a mi bebé al trabajo, ¿Que más hacia? Y bueno si me van a despedir por llevarlo que lo hagan me da igual.
Anthony me había puesto un auto y un chofer a mi disposición las 24 hrs del día, no lo quería pero hoy si me era útil, aunque puede ser contraproducente por que me imagino le avisan todos mis movimientos.
Nos subimos al auto y le dije al chofer la dirección de mi trabajo, enseguida se puso en marcha.
Sonó mi teléfono y era Anthony. No quería responderle, últimamente era como una piedra en el zapato.
–Si?–respondí.
–Estoy en el hotel... ¿Donde están?– dijo irritado.
–Voy rumbo a mi trabajo.
–¿Y el niño?
–Pues conmigo donde más– dije molesta.
–¿Por que no me dijiste que regresarías a trabajar?
–No eres mi marido, no tengo por qué darte explicaciones.
–Debora...
–¿Debora que? Si me hubieras respondido el teléfono ayer lo sabrías pero como no lo hiciste, bueno ni modo.
–Discúlpame, he estado ocupado, he tenido unos días bastantes complejos–dijo bajándole a su histeria.
–Pues que bien– dije como si no me importara lo que ha estado haciendo estos putos días.
–Los invitó a cenar– dijo animado.
–No podemos...
–¿Por que?– dijo riéndose.
Se te va a borrar la sonrisa, idiota.
–Hoy llega Alaric.
Anthony se quedó callado y no decía nada.
– ¿Sigues ahí?– pregunte.
–Te llamó luego– me colgó él muy desgraciado.
Cuando llegue a mi trabajo, sorprendentemente todavía había gente que yo conocía, todos me saludaron con mucho entusiasmo y estaban derretidos por mi pequeño.
Subí varios pisos en compañía de mi hijo. Tenía que pasar a presentarme con el nuevo jefe. Su secretaria me anunció y me hizo pasar a su oficina.
Me daba hasta pena pisar la costosa alfombra. La oficina estaba totalmente renovada. Me acerqué al escritorio y vi a un hombre con la vista fija en su lap top.
–Buenos días– dije para que él idiota me hiciera caso.
El hombre levantó su vista y me quería desmayar. El tipo era guapísimo. ¿De donde salió este Dios griego?
–Debora ¿cierto?– dijo y se levantó de sus silla, se acomodó su saco y me tendió la mano.
–Si, mucho gusto– dije dándole mi mano, en ese momento la ladeó un poco y vio mis anillos.
–¿Es usted casada?– pregunto y soltó mi mano.
–Ehh si...– dije nerviosa quitando mi mano. Su mirada bajo y vio a mi hijo.–Oh disculpe, espero no le moleste que haya traído a mi hijo, solo que como sabe recién me mude a Nueva York y no encontré quien lo cuidara.
–No se preocupe– dijo sonriendo.–Tome asiento.
El hombre era hijo de mi antiguo jefe, espero no sea igual de canson. Su nombre era David, era amable, caballeroso, divertido... por mi madre que si no estuviera casada con tanto embrollo en mi mente, haría todo por conquistarlo. Me indicó mi oficina y me dio varios documentos con lo que podía comenzar a trabajar.
Al medio día decidí salir a buscar algún lugar para comer, seguro a mi hijo le rugían las tripitas de hambre.
–¿A donde van?– me pregunto mi jefe interceptándome en la entrada.
–Vamos a buscar algo para comer.
–¿Me permites acompañarlos?–dijo sonriendo.
Estoy punto de pedir el divorcio y olvidarme de Anthony.
–Si, claro– dije sonriendo.
Al salir del gran edificio vi al chofer de Anthony observándome desde una orilla. ¿Es chofer o detective? Lo ignore y seguí caminando con mi guapísimo jefe.
Caminamos unas 4 cuadras y llegamos a un restaurante. Pedimos de comer y en menos de 10 minutos estaba todo servido. La comida era tan Diferente que en España.
Mi jefe y yo nos pusimos al día sobre los negocios. Era muy inteligente y sabía mucho sobre el tema y además era muy amable con mi hijo. ¿Le vendrá bien un tercer papá?
Cuando íbamos saliendo del restaurante sentí que me quería morir. Anthony iba entrando con su bruja, Anthony le dijo algo a ella y se fue por un pasillo, él no me había visto.
Ella siguió caminando y me vio.–Debora... Te diría que me da gusto verte pero la verdad es que no es así.– escupió venenosamente.
–Bueno a mi me da totalmente lo mismo– estaba mintiendo me causaba mucha rabia verla.
–¿Que te trae por NY? ¿Vienes a buscar otro hombre comprometido?
Sonreí ante su comentario. Si supiera que Anthony fue quien me trajo.
–Bueno, lo que yo haga aquí no te interesa– dije cargando a mi hijo.
–¿Es tu hijo? Yo pensé que no podías...– dijo sorprendida.–pero Wow, a quien le colgaste el milagrito?
–Pues míralo y dime tú a quien le encuentras parecido–le sonreí y me di media vuelta para irme.
Mi jefe se dio cuenta que algo iba mal, comencé a dar paso más largos, él venía detrás de mi y él muy igualado puso su mano en mi cintura para guiarme entre la gente. Cuando estaba apunto de salir del restaurante Anthony salió del baño, su mirada se clavó en la Mía y después vio al hombre que estaba detrás de mi.
Cuando salimos del restaurante, me recargue en una pared, necesitaba respirar por qué estaba a punto de llorar.
–¿Estas bien?– me pregunto mi jefe.
–No– mi jefe me abrazo y solté el llanto.
¿Como iba a negarme a ese abrazo? Era como si chris evans me ofreciera su hombro para llorar y yo de estupida le dijera que no. ¿Por que sufría por Anthony teniendo este adonis abrazándome?Mi jefe me dio el resto del día y me fui a mi casa. Y ahora que lo pienso que vergüenza todo ese show con mi jefe. Mi celular no paraba de timbrar, puto Anthony deja de joderme.

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Clandestino / Romeo Santos
RomanceDespués de conocerse casualmente en una tienda, Debora y Anthony se reencuentran pero su relación se vuelve imposible por miedo a lastimar a los que los rodean.