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Narra David.

La verdad no sabía por que me había metido en esta situación. ¿A mi que importa o en que me beneficia todo esto? Yo un alto ejecutivo, el soltero más codiciado metido en estos líos.

Los hombres somos tan pendejos cuando nos interesa una mujer.

Maneje hasta el hotel donde iba a recoger al hijo de debora. Todo estaba perfectamente coordinado. Espere casi dos horas en el estacionamiento del hotel. Esperar no es mi fuerte.

Estaba en contacto con él noviecito de Debora, lo odiaba por tener a deb pero el pendejo era agradable y un poco listo. Me caía bien, quizá hasta amigos seamos en un futuro, claro... cuando supere a deb.

Subí hasta el piso que me indicaron. Espere unos minutos y una señora me abrió la puerta, me entregó a Matías, él niño la adoraba, seguramente no sabía el tipo de arpia que era su abuela.

Quería decirle tantas cosas a esa señora, más que nada por involucrar a mi padre y a mi empresa en sus porquerías, pero todo castigo llega.

–Hola matty, ¿te acuerdas de mi?– me agaché y lo cargué.

–Ti, el fefe de bebora.

–Ok, voy a llevarte con tu mami, confía en mi– me fui con él y lo senté en la parte de atrás en mi automóvil.

Debora me llamo y la comunique con su hijo, mientras yo veía como la policía entraba en acción, quería subir para enterarme de todo el chisme pero no podía dejar al niño solo. Me quede ahí esperando.

Vi salir corriendo como loca a la señora, un policía la tackleo como jugador de americano y la tiro al suelo.

Solo me hacían falta unas palomitas de maíz para disfrutar el show.

El policía le puso las esposas mientras la tenía sometida en el suelo.

–Queda bajo arresto por secuestro, extorsión y más cargo que se le apliquen al terminar la investigación– la subieron a la patrulla pero antes me vio y yo sonreí triunfante.

Narra Debora.

Escuche pasos acercarse y abrieron la puerta, era el oficial pero detrás de él venía Anthony.

–Mi amor– me colgué a su cuello y lo abracé.

–Matías está bien, está con David–me susurro al oído mientras me apretaba junto a su cuerpo.

–Lo se, ya hable con él.

–Ya no llores más debby, todo está bien– me limpio las lágrimas. Era mi hombre perfecto.

–Puedes irte cuando gustes Debora– me dijo Richard.

–Gracias, en verdad gracias– Richard era amigo de anthony y nos ayudó a montar todo esto para engañar a mi ex suegra.

–Ella ya fue detenida pero necesito que levantes los cargos oficialmente.

–Claro, si es posible lo haré ya mismo.

–Es David– Anthony respondió su celular y se alejó un poco.–Llevara a Matías a su departamento, le dije en cuanto termináramos acá iríamos para allá.

–Gracias– le di un corto beso en los labios.

Salimos de la oficina y hice mi declaración, todo lo que había pasado, como había tratado de inculparme , sus regalos asquerosos, sus amenazas, todo.

Ordenaron cancelar la transferencia pero les pedí que no lo hicieran, esa mujer necesita más el dinero que yo.

–Yo no hice nada, solo buscaba justicia para mi hijo– escuche a mi ex suegra gritando.

Pensé que jamás la volvería a ver.

En cuanto ella me vio se me quiso ir encima pero los policías la tenían sometida.

–Me engañaste, debí haber acabado con tu bastardo así como tú acabaste con mi hijo– me acerque y le di una bofetada. No iba a soportarla mas.

–Su hijo la odiaba, la odiaba por que siempre quiso manejarlo a su antojo, la odiaba por que nunca fue feliz con nuestro matrimonio. La odiaba por que lo obligó a estudiar medicina... ¿Quiere que prosiga? La odiaba por el simple hecho de ser usted su madre, una mujer fría, calculadora, hipócrita... en cambio a mi me amo hasta el último día de su vida.

La señora comenzó a llorar desconsoladamente mientras murmuraba "Asesina".

Vieja loca, ojalá se pudra en la cárcel.

–Vamonos ya– Anthony me tomo por los hombros para llevarme a la salida. Estaba temblando, quería darle mil cachetadas más por todo lo que me hizo pasar y ademas tenia mucho veneno más que soltar.

Antes de subirnos a la camioneta, Anthony me abrazo, no dijimos nada, solo nos abrazamos el uno al otro.

–Gracias por confiar en mi y por ayudarme– deje un beso en su cuello.

–Somos un equipo debby– me abrazo más fuerte y espero a que me tranquilizara.

Me abrí la puerta para que subiera y el rodeo para subir.

–Vamos por nuestro hijo– puso su mano en mi pierna y dio un leve apretón.

–Estoy en deuda con David– lo estaba pensando pero lo dije en voz alta.

–Mientras no quieras pagarle con cuerpo matic, todo está bien– sonrió y siguió manejando.

–No seas bobo– me reí pero una buena opción.

–Quizá lo invitemos a cenar o le regale una botella, un viaje que se yo– hablo don millonario.

–Ahora soy pobre anthony, tendré que ponerme a trabajar– entrelace mi mano con la suya.

–No lo necesitas, lo sabes– me dio un beso en la mano.

Cuando por fin llegamos al edificio de David, no pude esperar a Anthony y salí corriendo, necesitaba abrazar a mi hijo. Le di al botón del elevador pero no bajaba, así que Ant enseguida estaba a mi lado. Subimos y en pocos minutos estábamos frente a la puerta de David.

Timbramos y enseguida abrió.

–Pasen– aún llevaba su traje puesto.

–¿Y mi hijo?– pregunte desesperaba.

–Oh, está comiendo cereal en mi cuarto mientras ve la television.

–¿Podemos pasar?– pregunte apenada.

–Claro pasen– era tan amable.

–Gracias por todo bro, te lo agradezco de todo corazón– escuche a Anthony y se dieron un abrazo.

Entre al cuarto de David y ahí estaba mi pequeño viendo caricaturas. En cuanto me vio corrió a abrazarme pero a Anthony no quería ni verlo. Así que me tocó tener una larga platica con él, hasta que se quedó dormido.

Salí del cuarto y me encontré a Anthony y a David bebiendo un trago. ¿Ya eran amigos?

Dios mío, Están tan buenos los dos.

–¿Quieres un trago?– me preguntó David y acepte.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora