Capitulo 34

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Narra Romeo.
Llegue al edificio donde viva debora, aún no sabía que hacía exactamente aquí... esta sensación era horrible entre coraje y tristeza. Solo un hombre puede entender lo que es que otro hombre te toque a tu mujer.

Subí al edificio, al llegar al departamento de Deb, toque la puerta y me di cuenta que estaba abierta, me sentí con la libertad de entrar. El departamento está todo revuelvo, cajones abiertos, otros volteados, enseguida la preocupación invadió mi cuerpo. Algo malo había sucedió aquí.

—Debora— grite buscándola.

Entre a su cuarto y nada, en el cuarto de lavado y nada... insistí varias veces gritando su nombre. Al abrir la puerta del baño encontré a Deb amordazada y amarrada de pies y manos. Me acerqué a ella enseguida para quitarle los amarres. Estaba llorando y eso me llenaba de angustia.

—¿Estas bien?—No me respondía.—Háblame por favor, dime que estás bien? ¿Te hicieron daño?—le pregunte mientras la desataba. Estaba hincado frente a ella.

La tome entre mis brazos y la abrace, ella no dejaba de llorar. Se aferraba a mi como si fuera lo único que tuviera en la vida.

—Tranquila mi amor, ya estoy aquí contigo—le decía mientras acariciaba su cabello.

—Entraron a robar, me robaron todo Anthony— dijo llorando recargada en mi pecho.

—Lo material no importa, dime si te hicieron daño— le dije tomando su rostro entre mis manos.

No soportaba verla así, con sus ojos hinchados y sus mejillas coloradas de tanto llorar.

—No, estoy bien... sólo estoy muy asustada, me apuntaron con un arma.

—Tranquila, ya pasó Debby— dije sin dejar de abrazarla.

La ayude a levantarse del suelo y la lleve a su habitación, necesitaba que se cambiara para ir a poner la denuncia, esto no podía quedar así como si nada.

—¿Quieres contarme qué pasó?— le pregunte hincándome frente a ella que estaba sentada en la cama.—¿Forzaron las chapas?

—No... tocaron y les abrí por error, entraron a la fuerza... un tipo quiso tocarme.— se le quebró la voz nuevamente.—Pero uno de ellos lo impidió y me metió al baño.

Me llenaba de rabia no haber estado aquí para protegerla.

—¿Quiero que te cambies y vayamos a poner la denuncia ok?

—No quiero ir a ningún lado.

—Vamos por favor a poner esa denuncia, podemos pedir las grabaciones de las cámaras del edificio, no entiendo como es que viviendo en un edificio como este pasen cosas como estas— dije enojado.

—a todo esto... ¿Que haces aquí?— me pregunto limpiándose las lágrimas.

Había olvidado por completo por qué estaba aquí y ahora que Deb me lo recordó, recapitule todo en mi cabeza en cámara rápida. No sabía como responder su pregunta.

—Anthony... ¿Que haces aquí?— volvió a preguntarme.

—No respondías mis llamadas... quería saber si estabas bien.

—Anthony...

—Me siento abrumado Deb... discúlpame, aquella noche yo me excedí, no quería decirte esas cosas— dije arrepentido.—Estoy muy confundido— dije recargando la cabeza en sus piernas.

Ella no me decía nada.

—Perdóname por favor— le supliqué viéndola a los ojos.

—Te perdonó... pero esto tiene que terminar.

No sabía que decir, no quería que me dejara, que esto terminara.

—Es que Deb... odio las escenas de celos, me desquician y yo perdí el control...

—Tu me hiciste sentir con derechos sobre ti, te sentía mío Anthony— dijo Deb levantándome la voz.— Eres tan inestable, no te importa a quien destruyes a tu paso, ¿Tienes idea de cómo me sentí? Un día me bajas el sol y las estrellas y al otro me tratas como si solo fuera tu zorra— me dijo molesta.

—Esa no era mi intención...

—Debemo acabar con esto de una vez, no nos va a llevar a nada, solo a lastimarnos.

—¿Que sientes tu por mi?— le pregunte.

Cerró sus ojos y respiró profundo.

—¿No te has dado cuenta? Es tan grande tu ego que necesitas escucharlo? — dijo alterada.

Yo lo asentí, quizá su respuesta me ayudaría a entender mis sentimientos.

—Maldita sea Anthony...— dijo levantándose la cama.

Me le quede viendo tratando de descifrarla.

—TE AMO, lo arruine y me enamore de ti... Te amo— dijo volviendo a llorar.

Escuchar esas palabras salir de su boca hicieron que mi pecho se hinchara y mi estómago sintiera una revolución. Ella me amaba a mi, solo a mi. Apesar de todo esto sentí una inmensa felicidad.

—¿En verdad me amas?— le pregunte acercándome a ella tomando su rostro entre mis manos.

—¿No es obvio?

Acerqué mi rostro al suyo y la besé, mis sentimientos estaban aclarándose, sabia lo que sentía por esta mujer pero estaba tratando de sabotear mis sentimientos, es la novia de mi mejor amigo pero ella es mi mujer, Mía.

—Estoy muy molesto contigo— le dije mientras besaba su cuello y con mi mano acariciaba sus clavículas.

—¿Por amarte?

—No, por entregarte a otro hombre— le di una leve mordida en el cuello y soltó un leve gemido.

—Tu lo sugeriste.

—Yo no sugerí nada—le dije molesto pero sin dejar de tocarla.

—Sabía que te lo contaría.

—Sabes lo difícil que fue para mi no partirle la cara mientras me decía "lo rico que lo hacías"— le dije viéndola a los ojos.

—Siempre pensé en ti, cuando me tocaba imaginaba que eras tú— dijo y me mordió el labio inferior.

No Entendía el por qué, pero escucharla decir eso me había encendido, estaba muy exitado.

—Cuando me penetro, solo pensé en ti— me dijo al oído y pasó la lengua por mi cuello hasta llegar a mi oreja y chupo el lóbulo.

Me sentía tan contrariado, sentía enojo por qué se había acostado con Cedin, pero todo lo que me decía me encendía.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora