Los días pasaban y me sentía feliz, parecía que por fin mi vida había encontrado el equilibrio perfecto, después de tantas cosas por las que había pasado pero aún me faltaban cosas por hacer, tenía que ir a mi antigua casa a recoger mis cosas para poderla poner en venta.
Aproveche que Anthony estaba en casa para poder salir y que él se quedara cuidando a Matías. Me presto una de sus camionetas por que ese Tesla que prometió jamas apareció en la puerta de mi casa.
Al llegar a la casa que compartía con Alaric no pude evitar sentirme mal, sentir que el corazón se me apachurraba. A pesar de todo yo lo quería, no como a Anthony pero lo quería. En mi cabeza se reprodujeron los recuerdos de cuando me mostró la casa, de como Alaric jugaba con Matías, su sonrisa cuando me veía...sin darme cuenta una lagrima resbaló por mi mejilla.
Me apresuré y empaque las cosas que aún tenía Matías aquí, ropa, juguetes, regalos que Alaric le había dado. No se que decirle cada que me pregunta por papá Adaric.
Fui a mi habitación y empecé a empacar lo que quedaba de mi ropa, zapatos, bolsas, etc. Me encontré con un álbum de fotos y no pude evitar sentarme en la cama y ojearlo. Eran las fotos de nuestra boda... fotos del nacimiento de Matías, recuerdo los primeros días de que mi bebé llego al mundo. Era un niño muy mimado y sonriente pero cuando llegaba la noche era bastante ñoño y se volvía todo un remolino, despertaba cada 3 horas y había momentos en los que yo ya no sabía que hacer con él pero siempre estaba Alaric para hacerme relevos.
Cerré el álbum y continué empacando, las cosas de Alaric fueron directamente a cajas para darlas en donación menos sus relojes y accesorios de oro, esos los guardaría para cuando Matías tuviera edad de usarlos. Cuando encontré su perfume no pude contenerme y rocié un poco en la habitación, cerré los ojos y aspiré el olor, las lágrimas salieron una tras otra sin poder pararlas incluso podía sentir como si el estuviera aquí.
–Perdóname Alaric por favor– me dejé caer el suelo y seguí llorando. Habían heridas que nunca se cerraban sólo se ocultaban en lo más profundo del corazón.
No quería irme, no quería vender la casa, no quería donar sus cosas, no quería dejar ir los recuerdos que tenía con Alaric pero entendí que ese ciclo había terminado y ahora estaba iniciando uno nuevo con él amor de mi vida.
Salí de la casa dejando todo listo para que la mudanza fuera por las cajas, me arregle el maquillaje y me dispuse a volver a casa, no quería que Anthony se diera cuenta que aún todo esto me afectaba, no se lo merecía.
Cuando llegue a la casa, no los encontré por ningún lado hasta que escuche las risas de Matías que venían de la parte trasera de la casa. Salí y me recargue en la puerta para observarlos, estaban metidos en la alberca, me gustaba mucho verlos juntos, me causaba muchísima ternura ver a Anthony jugando con él, su risa era tan similar y esos hoyuelos en sus mejillas que me hacían derretir de amor.
–Mira, ya llego mami– le dijo Anthony a Matías dejando de hacerle cosquillas.
–Mami– me extendió los brazos. Sonreí y me acerque a ellos.
Eran tan similares y eran míos.
–¿Todo bien?– me pregunto Ant.
Asentí con la cabeza y me senté cerca de la alberca.
–¿Segura?
–Aun duele pero estoy bien.
–¿Necesitas un abrazo?– enserio que este hombre me volvía loca, sus ojos, su sonrisa...
–Más que eso– le sonreí con coquetería y me respondió con una sonrisa.
–¿Me ayudas con matty?– tome una toalla y envolví a mi bebé en ella para secarlo, aproveche para llenarlo de besos mientras él se reía.
–Deja un poco para mi – levante la vista y ahí estaba la personificación de Lucifer hecho hombre saliendo del agua. Se me seco la boca al verlo sacudir su cabello y las gotas de agua que recorrían su cuerpo.
–Mami...Mami...–mi pequeño hijo me interrumpió el espectáculo que su padre me estaba dando.
–¿Que pasa mi amor?– le pregunte pero enseguida me di cuenta que lo tenía sometido con la toalla y eso lo desesperaba.
–Deb... Quiero preguntarte algo– Anthony se sentó en el camastro que estaba frente al mío.
–¿Que pasa?– lo noté nervioso.
Tenía la mirada el piso y rasco su cabeza–Yo se que no te gustan los animales...
–¿Y tú que eres?– pregunte riéndome.
Me puso los ojos en blanco y se rio.– Quiero saber si te molesta si traigo a goldo a la casa. ¿Lo recuerdas?
–¿La bestia peluda que me atacaba cada que iba a tu casa?
–Eres una exagerada, es muy dócil y adorable. Solo se te tiro encima para jugar, no iba a atacarte.
–Si puedes traerlo pero no lo quiero dentro de la casa, ni tampoco suelto por acá– señalé el patio.
–¿Donde lo quieres entonces?
–No lo se, adapta un lugar para él. Donde tenga su casita, su platos de comida y sus juguetes.
–Voy a hacerte caso pero vamos a ver que opinas cuando Matías se encariñe con él y lo quiera meter a la casa.
–Eso no va a suceder.
–Ya veremos– me guiño un ojo y se metió a la casa.
Solté un suspiro y subí a bañar a Matías. Lo cambié y el pobre estaba tan cansado que se quedó dormido, le encantaba su recamara. Tenía juguetes de todo tipo.
Entre a mi cuarto y dejé el álbum de fotos encima de cama, quería guardarlo en algún lugar donde Anthony no tuviera acceso a él.
–¿Que es esto?– Anthony tenía el álbum en las manos y lo abrió.
–Anthony – sentí como se me bajaba la sangre al piso.
–Ya las había visto, no te preocupes– se refería a las fotos de mi boda, lo cerró y volvió a dejarlo encima de cama y se acercó a mi, tomo mi cara entre sus manos.– Entiendo que quieras conservarlo, no tengo problemas con eso– me dio un beso en los labios y me abrazo.
–Por cierto, invite a un amigo a cenar– me dijo antes de salir de la habitación.

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Clandestino / Romeo Santos
RomanceDespués de conocerse casualmente en una tienda, Debora y Anthony se reencuentran pero su relación se vuelve imposible por miedo a lastimar a los que los rodean.