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–Ya es tarde mi amor– sentía la respiración de Anthony en mi nuca lo cual me hacía retorcer como gusano en sal.

–¿Y?– empezó a darme besos húmedos en la nuca.

–Ya es hora de dormir– me giro con brusquedad y me apretó hacia su cuerpo.

–¿Enserio no quieres o es uno de esos juegos tuyos para que te ruegue?– hizo un puchero y me reí.

–Me gusta que me ruegues...– mordí mi labio inferior y pase mis brazos por su cuello.

–Antes eras más... más atrevida ¿Que te pasó?

–Antes eras prohibido...– pase un dedo por sus carnosos labios.

–Ahora soy tuyo, debes esmerarte más...

–¿No me esmero lo suficiente?– puse una mano encima de su paquete y apreté un poco. Soltó un leve gemido.

–No...– podía notar la diversión en su cara mientras sus inquietas manos se posicionaban en mis gluteos.

Me separé de él y me quite la bata... camine unos pasos lejos de él, se recargó en la pared para observar mi siguiente movimiento. Le sonreí y me quite el camisón quedando semi-desnuda ante su vista.

–Tu me debes algo– le indique que me siguiera y lo hizo sin poner ninguna objeción. Baje las escaleras "intentando" ser sexy y me dirigí al patio, pulsé un botón para que la alberca se descubriera. Cuando llegue a la alberca me tire de un clavado y me quede observándolo desde adentro.

Anthony se paro en la orilla de la alberca, puso sus manos en la cintura y me sonrió. Esa maldita sonrisa tan divina que me derretía todo. Se saco la camisa y todo lo que llevaba encima... todo. Enseguida se lanzó a la alberca también.

Mi tiburón nado con agilidad para atrapar y comerse a su presa que estaba ansiosamente esperándolo al otro lado de la alberca.

–Así que te debo algo eh?– sonrió con maldad acorralándome con sus manos por un lado de mi cabeza.

–Un Tesla...

–¿Enserio debora?– hizo una cara demostrando su disgusto por cortarle su plan erotico.

Me reí y lo abrace. Amaba esa espalda tan trabajada que tenía, esas horas en el gym le daban resultados rápidamente. Lo tome del rostro y lo bese. Supe que su enojo se esfumó cuando sus manos se posicionaron en mi cintura y me abrazo con fuerza.

–Muy lindos pero nos estorban– tomo mis pantys y las fue bajando hasta que logró quitármelas.

Sus manos acariciaron mi cintura, sus caricias se sentían diferente por la sensación del agua. Siguió subiendo hasta que sus manos tomaron mis senos y los acaricio con delicadeza. Se acercó y me beso sin dejar de tocarme y dar pequeños pellizcos en las puntas de mis pechos. Su lengua se apoderaba de mi boca, sus besos destilaban lujuria...

Con sus manos me obligo a enredar mis piernas alrededor de su cintura, podía sentir toda la inmensidad de su exitacion por encima de mi vientre. Sin darme tiempo de nada me saco de la alberca y me sentó en la orilla. Abrió mis piernas y su lengua se dirigió a mi entre pierna. Me estaba comiendo a su antojo, lamiendo, chupando... mientras yo estaba retorciéndome de placer.

Le gusta verme así, rendida ante él, gimiendo su nombre. 

Puse mis manos en su cabeza, no quería que se alejara de ahí, estaba haciendo un excelente trabajo, era magnífico en ello.

–Ay Anthony– tenía una mano hacia atrás para aguantar mi peso mientras los temblores aumentaron en mi cuerpo cuando introdujo dos dedos dentro de mi, sin dejar de mover su deliciosa lengua.–No pares por favor– supliqué cuando sentí un huracán formándose en mi vientre.–Ay mi amorrr–por reflejó intenté cerrar las piernas pero me era imposible, cuando el orgasmo se apoderó de mi cuerpo, Anthony no me dio tiempo a nada y volvió a meterme a la alberca para besarme. Era demasiado excitante probar mi sabor de sus labios.

Sin dejarme recuperar me tomo de las caderas para que enredara mis piernas en su cintura y al mismo tiempo se introdujo de golpe en mi. Las sensaciones eran diferentes por estar sumergidos en el agua, sus dedos clavados en mi piel se resbalaban y sus movimientos no eran tan precisos pero si eran deliciosos.

Era un poema verlo mojado y excitado mientras me susurraba cositas sucias al oído.

Mis paredes se contraían y podía sentir toda su inmensidad con cada arremetida, mientras sus labios se pegaban a mis senos como si fuera un bebé siendo alimentado.

Este hombre sabía bien lo que hacía. No quería ni pensar con quien o con cuantas a practicado tanto.

Me dio tres arremetidas rápidas, me apretó con fuerza con una mano y sentí como toda su excitación se derramó en mi interior. Me encantaba escuchar su respiración agitada y sus gruñidos cuando acababa de venirse. Lo abrace y así nos quedamos un momento.

Anthony era mío, solo mío. No pensaba compartirlo con nadie.

–¿Ya pague mi deuda?– me pregunto sonriendo.

–Te faltan los intereses– sonreí y lo bese.

–Cuando gustes te los pago– me mordió el labio inferior y se separó de mi.–Vamos– me jalo de la mano para salir de la alberca.

–¿Quien te enseño todas esas cosas tan ricas que sabes hacer?– le pregunte antes de salir de la alberca.

–Que preguntas son esas mi amor– puso los ojos en blanco y me ignoró saliendo de la alberca.

–Solo es curiosidad...

–La práctica hace al maestro– me guiño el ojo y tendió la mano para ayudarme a salir.

–¿Cuantas aprendices tienes?– derrepente los celos se despertaron en mi.

–UNA DEBORA, UNA– dijo con frustración.

Iba a ser toda una travesía cruzar toda la casa totalmente desnudos para llegar a nuestra habitación. Cuando por fin llegamos a nuestro cuarto me sentí aliviada, tenía miedo que Matías volviera a salir y nos encontrara en pelotas. ¿Que iba a decirle? Pero gracias a dios eso no sucedió.

Tomamos un baño rápido y nos acostamos a dormir. Eso era una de las cosas que más me gustaban de vivir con él, poder abrazarlo y sentirlo a mi lado toda la noche y despertar viendo su adorable carita mientras dormida a mi lado.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora