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"Entre a la cocina y encontré a Debora sirviéndose un vaso con agua. Se veía fabulosa. Llevaba puestos unos pantalones negros que simulaban ser de cuero se adherían a su anatomía como una segunda piel. Una blusa color verde militar cubría la parte de arriba pero dejaba al descubierto su abdomen.

Me acerqué a ella por la espalda y pasé mis manos por su cintura para abrazarla.

–¿Que haces?– preguntó sonriendo tratando de sacarse de mi agarre.

Ignore su pregunta y pegue mi nariz a su cuello para aspirar su dulce aroma.

–Alguien puede vernos, suéltame.

Volví a ignoran su petición y la giré.

Me encantaba... toda, su cabello, sus mejillas rosadas, sus cejas perfectas, sus pestañas naturales, sus labios...esta mujer me volvía loco y me hacía sentía cosas inexplicables pero no era Mía... No completamente.

–Dame un beso y te dejo ir– le dije sonriendo.

–Anthony, alguien puede vernos. Deja de jugar– decía luchando para sacarse.

–Un beso– sonreí.

Deb se acercó y me dio un beso rápido en la mejilla.

–Ya suéltame.

–No así no. Que aburrida eres– dije apretando mas mi agarre.

Sonrió con maldad y sentí que ahora si venia lo bueno.

Deb pasó sus manos por cuello metiendo sus dedos por entre mi cabello y me jalo para besarme. La apreté más hacia mi cuerpo y ella continuaba besándome pasión.

Realmente no podía concentrarme del todo en la mujer que me estaba comiendo la boca por que tenía que abrir un ojo para verificar que nadie viniera. Era caliente pero precavido.

–Me gustas mucho– me susurro deb cerca de los labios.

Aproveche el momento y pase mis manos por el trasero de deb, la levante y enroscó sus piernas en mi cintura, la estrellé contra la pared y seguí besándola.

Cuando nos separamos vi que cedin venía a medio pasillo rumbo a la cocina, entre en pánico y metí a Debora de un empujón en la alacena.

–¿Que haces aquí bro?– me pregunto Cedin.–¿A quien estabas besando que traes la boca hinchada?– preguntó riéndose.

Solté la carcajada con nervios.

Estaba comiéndome estas papas y le puse de este chile– dije al ver lo que había en la mesa, obviamente no había probado nada de eso.– Y maldita sea esto está picoso, tanto que hasta los mocos se me salían.

Aveces era bueno inventando pendejadas que me salvaran el pellejo.

Cedin soltó la carcajada. Y ambos regresamos a la reunión que había hecho en su casa."

Recordé mientras esperaba a cedin que estaba en una llamada telefónica. Ni siquiera entiendo que pretendía al venir a buscarlo. Él jamás iba a perdonarme y sinceramente si estuviera en su lugar tampoco lo haría, me comporté como un cabron. En su propia casa le vi la cara de pendejo.

–¿En que estábamos?– me preguntó cedin sentándose en el sillón de enfrente mientras chocaba su puño con su mano como si estuviera preparándose para partirme la cara.

–En que soy un pendejo y la cague por completo– respondí apenado.

–Es que sigo sin entender Anthony... tantos años de amistad... de hermandad, los mandaste a la mierda por una mujer.

–Carajo Cedin– dije desesperado y me levante del sillón.– Yo no esperaba enamorarme de ella, no logre sacarla de mis pensamientos ni de mi corazón.

–¿Cuando le propuse matrimonio ya tenían algo? ¿Por eso me rechazó?

–No– dije con seguridad pretendiendo que no me cachara en la mentira.–Yo no tuve nada que ver en eso. Te he repetido hasta el cansancio que lo nuestro comenzó cuando terminaron.

–¿Que dijo esa noche que corriste detrás de ella?– su voz era dura pero alcanzaba a percibir que aún sentía algo por deb.

¿Que dijo? No puedo decirle lo que en realidad me dijo.

–No me dijo nada, no la encontré. Salí detrás de ella pero la perdí por eso regresé enseguida pero tú ya no estabas.

–Aunque lo intentó Anthony, no te creo nada. Te conozco, te conozco tanto que sé que estás mintiéndome. ¿Para que vienes si lo único que vas a hacer es contarme mentiras?

–No son mentiras Cedin... Todo sucedió como yo te lo estoy diciendo.

–Pues no te creo nada– dijo furioso lanzándome un vaso de cristal que logre esquivar.

Fue entonces que mande todo a la mierda. Total nunca iba a recuperarlo.

–¿Sabes que? Tienes toda la razón. Te estoy mintiendo... ¿recuerdas cuando me encontré a Debora en España? Ahí fue que la hice mia... no una, varias veces. Se entregó a mi, por que le gustaba, por que encontró en mi cosas que nunca encontró en ti ¿y sabes que? Se enamoró de mi así como yo de ella.

Cedin me tiro un golpe en la cara y ahí fue que comenzamos una batalla campal. Terminamos en el suelo, uno encima del otro, lanzando golpes a lo estupido. Sentí un sabor cobre en la boca, seguro estaba sangrando. Los dos éramos malos pelando pero puedo presumir que cedin estaba más lastimado.

–Eres un hijo de puta– dijo dándome un golpe en el estómago que me sofocó.

–Para que te duela más... la primera vez que se acostó contigo fue por despecho, por que yo la rechacé– terminé de decir cuando mi mandíbula recibió otro golpe.

Los dos terminamos sentados en el suelo, recargados en la pared, uno frente al otro. Con sangre e hinchazón en la cara. Nos habíamos pasado. ¿No tendríamos que haber sido menos primitivos?

Me levante del suelo, me sentía mareado, me dolían las piernas, me dolía la cara y no precisamente de ser tan guapo.

Tenía que irme, ya no tenia nada mas que hacer aquí. La volví a cagar y hasta el fondo. Jamás recuperaré a mi mejor amigo.

–Perdóname... por todo– le dije antes de irme.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora