2-23

563 44 37
                                        

Sentía las lágrimas de Anthony mojando mi blusa, creo que nunca lo había visto tan vulnerable. Realmente le dolía lo que había pasado con Cedin y era lógico se conocían desde niños.

–No quería que las cosas fueran así– decía aún abrazándome sin dejar de llorar.

Acaricié su cabello para tratar de tranquilizarlo.

–Debí hablar con él antes de que todo esto pasara.

–Ya, tranquilo– me sentía como cuando Matías se caía y no dejaba de llorar.

–Siempre hago las cosas mal, él me odia. Él tiene razón soy una basura.

–No, no lo eres– dijo tomando su rostro entre mis manos.–Quizás nunca hicimos las cosas bien pero no eres una basura Anthony.

Sus ojitos vidriosos eran tan hermosos. Me causaba muchísima ternura verlo así. Cuando sentí unas horribles ganas de besarlo lo jale para volver a abrazarlo.

–En verdad era mi mejor amigo, era mi hermano... yo nunca debí...

–¿Te arrepientes?– pregunte con decepción.

–De ti y de mi hijo no, solo me hubiera gustado que fuera diferente... Debí hablar a cedin con la verdad, decirle que me gustabas, que nos íbamos a dar una oportunidad... pero como siempre estoy cagandola y tomando malas decisiones.

–¿Quieres que hable con él?

–¿Que? Claro que no. ¿No viste como no dejaba de insultarte?– dijo molesto limpiándose las lágrimas.

–Estaba enojado...

–Él aún te quiere debora, nunca ha dejado de pensar en ti. No se que es lo que nos das.

"Agua de calzón" pensé y me reí mentalmente.

–Déjame hablar con él, va a escucharme... Déjame decirle que estoy casada que...

–Que nada Deb. Entiende corazón. Esto es algo que debemos arreglar él y yo. Es obvio que nunca va a perdonarme y que las cosas nunca volverán a ser iguales pero quiero explicarle las cosas.

–¿Y si se lo dice a tu mujer?

–Es lo que menos me importa en ese momento.

–Dame un abrazo– le dije a Anthony abriendo los brazos y enseguida sus brazos se enredaron alrededor de mi cintura.–Gracias por defenderme.

–Siempre voy a hacerlo– dijo dándome un beso en la frente. –Ni siquiera pude disfrutar el que Matías me llamara papá.

–Tan oportuno mi hijo– dijo riéndome con ironía mientras tocaba el puente de mi nariz.

—¿Se equivocó o– lo interrumpí.

–Yo hable con él.

–¿Enserio? Pensé que te daba miedo hacerlo.

–Pues si, pero viendo la situación me arriesgue a decírselo y lo asimilo mejor de lo que yo esperaba.

Una sonrisa genuina se apareció en el rostro de Anthony.

–Yo le dije que él podría llamarte papá cuando él sintiera que era el momento. Cuando estuviera listo y creo eligió el peor momento.

–No, no lo hizo. Si no lo hubiera hecho, nos hubiéramos envuelto en más y más mentiras–dijo acomodando un mechón de mi cabello.

–Si, tienes razón.

Cuando subimos a la habitación Anthony acostó al niño en la cama. Estaba muy cansado igual que nosotros y se había quedado dormido.

Anthony y yo fuimos a sentarnos en el sillón. Cuando menos me di cuenta Anthony estaba quedándose dormido con la cabeza recargada hacia atrás.

–Ven– le hable para que se acostara en mis piernas. Sin poner resistencia lo hizo. Comencé a pasarle mis dedos por su cabello y a los pocos segundos lo escuché roncando. –¿Serias capas de dejar todo por nosotros?– pensé en voz alta.

Desde siempre me había gustado verlo dormir. ¿Como era posible que al pasar de los años yo siguiera derritiéndome por él? En cambio el amor que sentía por Alaric cada día iba disminuyendo.

Deje el cabello de Anthony en paz y puse mi mano en su hombro. Él se removió, tomó mi mano, le dio un beso y puso su mano junto a la mía en su pecho.

Wey trátame mal para odiarte, maldita sea.

Antes de llegar a NY tenía las cosas muy claras, seguiría con mi matrimonio y Anthony solo sería el padre de Matías pero al llegar aquí mis pensamientos y sentimientos empezaron a manejarse solos. No quería a Alaric en mi vida, quería a Anthony. Pero si él no está dispuesto a luchas por lo que sentimos...

–Mami– dijo mi hijo saliendo del cuarto.

–Shtttt– le dije con el dedo en los labios para que no gritara, vio a Anthony dormido y se acercó a nosotros.

–¿Lo depieto?– pregunto mi hijo como haciendo una travesura.

Le dije que si y Matías se acercó a Anthony, puso sus manitas en las mejillas de su papá. –Papi– le dijo dándole pequeñas palmaditas.–Papi– dijo más fuerte.

En las mejillas de Anthony se empezaron a marcar sus hermosos hoyuelos y sonrió mientras atrapaba a Matías entre sus brazos para llenarlo de besos. Me llenaba de amor escucharlos reír.

Los amo maldita sea.

–¿No tienen hambre?– pregunto sentándose.

Matías y yo asentimos.

–¿Que se les antoja?

–pizza– gritó Matías emocionado.

–Es mucha harina.– dije frunciendo la frente.

–Uy, no vayas a engordar– dijo riéndose–Estas en los puros huesos.– dijo tocándome las costillas.

–¿Eso crees?– le dije arqueando una ceja sonriéndole de lado.

–Bien sabes que no– dijo sonriendo y mordiéndose el labio inferior.

Su celular timbró, se levantó y atendió la llamada.

–Aha... Si ok. ¿Pero está bien?... mira tranquilízate linda, voy para allá. Si, si ya voy en camino.– colgó la llamada.

Estaba segura que era la bruja.

–Debo irme. ¿Les Debo las pizzas si?– dijo dándole un beso a Matías.

Asentí y se fue corriendo.

Automáticamente me puse de mal humor. Quería gritar y romper todo. Ella siempre está primero, siempre.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora