2-46

580 42 59
                                    

–Anoche no te decía nada, anoche quien sabe donde estuviste– me gustaba y me ponía muchísimo que él fuera más alto que yo.

–Bueno... él día de mi cumpleaños– dije pasando mis manos por su cintura para abrazarlo.

Ninguno de los dos resistió más y nos besamos mientras me apretaba más con su cuerpo contra la pared. Con una de sus manos me tomo por la cintura y con la otra tomo mi rostro para profundizar el beso.

–Sabes a vodka– dijo Ant chupando mi labio inferior. 

Su mirada era tan diferente cuando estaba excitado, era más intensa, más oscura, más salvaje. Puse mis manos sobre el resorte de su pantalón y baje hasta quedar hincada.

–¿Que haces?– dijo deteniéndome de los brazos para que no siguiera.

–Sabes lo que quiero hacer– dije acariciando su entre pierna por encima del pantalón.

–No– dijo tratando de levantarme.

Lo ignore y quise bajarle el pantalón pero me detuvo.

–Que no, Debora– dijo con autoridad.

Me ayudo a ponerme de pie. Estaba molesta no entendía por que estaba rechazándome.

–No te enojes– dijo tomando mi rostro entre sus manos, le volteé la cara pero hizo que lo viera.–Esta Matías aquí, en cualquier momento puede despertar, no podemos.

Tenía razón pero mierda...

–Suéltame– dije forcejeando para que me soltara.

–Hey, sabes que te deseo como un loco, no pienso en otra cosa que no sea en tenerte desnuda entre mis brazos pero comprende mi amor– dijo tratando de abrazarme.

–Para que me provocas entonces.

–Ven– dijo jalándome con brusquedad hacia el baño.

–No, ya no quiero nada– dije soltándome de su agarre.

–De verdad que eres complicada– dijo molesto y se salió de la habitación.

Quizá no iba a ser tan fácil estar juntos, quizá lo nuestro no iba a funcionar, tenemos una lucha de poderes por ver quien puede más o quien es más orgulloso que quizá nuestro destino es amarnos pero mantenernos lejos.

Tome un algodón y me quite el maquillaje. Al ver mi aspecto era claro por que Anthony no quería estar conmigo parecía una loca, con el maquillaje corrido y toda sudada, añadiéndole el asqueroso olor a cigarro que se impregnó en mi ropa. Matías seguida dormido así que aproveche para meterme a bañar.

Cuando salí de bañar, mi hijo no estaba en la cama, lo busqué pero encontré una nota de Anthony que decía que lo había llevado a desayunar ¿Este cabron no podía abrir la puerta del baño y avisarme?

Me puse una bata y me senté en la cama mientras cepillaba mi cabello y puse a reflexionar, me di cuenta de lo infantil que me había portado desde anoche, la que la estaba cagando en grande fui yo.

Me sentía tan mal física y moralmente. 

–¿Te sientes bien?– me pregunto Anthony al verme con la manos tapándome la cara con frustración. Ni siquiera me di cuenta cuando entro.

–No– dije sin destaparme la cara.

Anthony se acercó y se sentó a mi lado. Puso su mano en mi rodilla y yo volteé a verlo.

–¿Que tienes?

–¿Me perdonas?– dije a punto de llorar. (Si estaba demasiado hormonal)

–¿Perdonarte que?– dijo acomodando mi cabello detrás de mi oreja.

–Por mi actitud, por mis acciones... por no responderte el teléfono anoche, por no avisarte donde estaba, por lo de esta mañana.– dije con la vista agachad viendo mis manos.

–Estas comportándote raro Debora. Tu no eres así. Me preocupaste demasiado anoche sin saber donde estabas, no me respondías el teléfono, nada.

–Me enfieste Anthony, no lo hice a propósito o con el afán de hacerte molestar.

–¿Por que te fuiste anochece? ¿Cual era tu molestia?

–Estabas muy distante conmigo después del show.

–Por Dios Debora... estaba CANSADO! ¿Tienes idea de lo que es estar cantando, brincando, dando todo de mi por más de 3 horas en un escenario? Debes ser más considerada, no solo eres tú el centro del universo.

–Pensé que estabas molesto conmigo por el amigo con el que estaba platicando.

–Solo te pregunte por curiosidad. Yo se lo que sientes por mi. Lo que soy para ti. No puedo permitirme irte celando con cada Pendejo que se te cruce.

Aha...

–Perdóname...

–Te falta mucho para comprender mi trabajo...

–¿Como ella lo hacía? Búscala y vuelve con ella– dije furiosa.

–¿Ves? No se que es lo que te pasa Debora. No te estoy comparando, no estoy peleando y estás a la defensiva. Bájale tres rayas a tu histeria.

–Lo nuestro no va a funcionar– dije levantándome de la cama.

–¿Quieres ver que si?– dijo tomándome por la cintura.

–No puedes persuadirme con sexo.

–Por eso deje a mi hijo con mi tío, para cumplirle sus deseos a mi mujer– dijo pegando su nariz a mi vientre.

Maldito cuerpo traicionero. Con solo un toque suyo me hacía vibrar por completo, me hacía sentir una revolución en estómago y el otra parte también...

–No quiero que busques en otro lado lo que yo no te doy– dijo intentando deshacer el nudo de mi bata.

–Yo no estoy buscando nada. Te quiero a ti, a nadie más. Si no eres tu no quiero a nadie.

Me jalo y me sentó en su regazo. –Yo tampoco quiero a nadie más, eso debería ser suficiente para que esto funcione.

–Tu eres quien me provoca todos mis desordenes mentales. Me haces volverme posesiva, no quiero que veas a mas nadie, quiero toda tu atención, tu tiempo, tu amor, tus caricias... te quiero solo para mi.

–Soy solo para ti, pero debes comprender mi ritmo de trabajo. Así como yo comprendo el tuyo.

Asentí con la cabeza como niña regañada.

–Ahora si, hazme lo que tú quieras– se quitó la camisa.–Soy todo tuyo debby.

Clandestino / Romeo Santos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora