Narra Malú
Martín es gilipollas. Aparece de la nada, con ideas revolucionarias y encima le cae bien a todo Dios. A todo Dios, menos a mi.
He conseguido hacerle ver a la banda que mi idea es mucho mejor. Seguimos con aprendiz súper cañera, aunque he tenido que prometer que después de arrancar veremos la posibilidad de cambiarla.
Ya: ¿Vamos a tomar algo por ahí?
Propone Yago al acabar el ensayo. Esta banda es más fácil de liar que un nudo simple, por lo que pocos minutos después estamos sentados en un bar ordenando unas tapas y cervezas. Martín dijo que no podía venir, lo que me ha terminado de convencer para hacerlo yo, pero tras darle el primer trago a mi botella le veo entrar detrás de Vivi.
Y: Martín, hay sitio aquí.
Yaiza le hace lugar entre ella y Cato. Que pereza me esta dando mi corista.
Ya: Tío, que te haces de rogar por nada.
Yago le choca la mano divertido.
Ya: Que no vienes, que estás liado, que tienes cosas que hacer...
Le imita gracioso.
Ya: Para luego aparecer cuando traen la comida.
Ríe.
+ No debería de estar aquí, pero Vivi me ha convencido de pasarme un rato.
Y: Vaya, que hombre ocupado y que afortunados nosotros.
El comentario de Yaiza me produce una arcada, ¿como va a gustarle este idiota?
- Pídeme algo más fuerte.
Le ruego a José dejando la cerveza sin apenas tocar y levantándome al servicio. Necesito mojarme la cara.
- "Estoy tomando algo con la banda y no me siento a gusto"
Tecleo el mismo mensaje para Vero y Melendi. Necesito que alguno me conteste y rápido. Abro el grifo y me empapo el rostro, pero la sensación de asfixia se mantiene, por lo que salgo con prisa dispuesta a fumarme un cigarro mientras alguno de mis amigos se decide a coger el móvil.
- ¡Joder!
Resoplo al chocarme con alguien que viene en mi dirección. Tenía los ojos clavados en la pantalla y no le he visto.
+ Lo siento, estaba contestando un mensaje importante.
Justamente Martín tenía que ser.
- Pues no lo sientas tanto y la próxima vez mira por donde vas.
+ ¿Tú siempre eres tan borde?
- No, solo cuando no aguanto a la gente que se mete donde le llaman.
Le miro a los ojos desafiante.
- ¿Y tú, siempre eres tan gilipollas, entrometido y creído?
+ No, solo cuando me obligan a currar con niñatas soberbias como tú.
- Mira que bien, a ti no te gusta trabajar conmigo y a mi no me gusta trabajar contigo.
Valoro.
- Ya podrías ir presentando tu renuncia.
Propongo.
- Yo es que no puedo echarte...
+ Ya quisieras, nena.
Me recorre con la mirada y sonríe con sorna, dejándome con la palabra en la boca y colándose en el baño.
- Que te den.