Capítulo 138

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Narra Malú

- Déjalo estar, Martín.

Me niego a escuchar explicaciones inventadas. Sé que mi imagen deja que desear y no me interesa oír como planea evitar desnudarme o cualquier tipo de excusa que justifique su rechazo. Ahora mismo me siento cohibida, observada e insegura, por lo que necesito volver a tirar del personaje que me acompaña siempre. No sé por qué he bajado la guardia con él, dejando que consiga derribarlo.

- Hace frío, deberíamos volver, como pille un constipado ya verás...

No puedo permitirme ningún tipo de fallo en la voz. Seguimos girando.

- Además va a amanecer, y podrían vernos.

+ Malú.

Tira de mi mano reteniéndome, pero no necesito hacer fuerza para soltarme de su agarre.

- Vamos, anda.

+ Me gustas a rabiar.

Grita frustrado haciendo frenar mis pasos para que me gire a mirarle.

+ ¿Cómo puedes llegar a pensar que hay algún problema con tu cuerpo?

- Ya es tarde, Martín.

Me niego a seguir esta conversación que me hace sentir tan evaluada.

+ Malú, necesito que me escuches.

- Ahora no.

Avanzo silenciosa y sin mirar atrás. Luchando por retener las lágrimas que desean salir a borbotones. Agradezco que el hotel no se encuentre demasiado lejos.

+ Mi amor...

Me sigue hasta la habitación, llamándome por aquel mote cariñoso que me rompe un poquito más, aunque tan solo lo diga en un murmuro, a mis oídos llega como un grito, y a mi corazón como espadas afiladas. Me cuelo dentro del cálido dormitorio sin darle la oportunidad de pasar y sola protegerme de esta tortura.

Me desvisto para colocarme el pijama, no sin antes observarme detenidamente en bragas y sujetador frente al espejo. Las lágrimas recorren mi rostro y busco refugio que los almohadones de la cama haciéndome una bola. No soy consciente del momento exacto en el que me duermo, pero el nefasto sonido de la alarma me obliga a salir de entre las sábanas. Tan solo tengo media hora para ducharme y volver a Madrid. Creo que hoy el desayuno me lo voy a saltar.

- Hola, mami.

Beso sus mejillas. Me espera en casa con olor a comida y las perras bien cuidadas.

P: Mi niña.

Me achucha. No me había dado cuenta de cuánto necesitaba pasar tiempo con ella.

- Te echaba de menos.

P: Y yo.

Promete.

P: Anoche hablé con José, a ti fue imposible ubicarte.

Podría tomármelo como una regañina, pero sé que no lo es. Tan solo quería felicitarme.

P: Enhorabuena, me ha dicho que ha sido brutal.

- Fue un buen show, sí.

Admito conforme. Quizá me expuse demasiado y no debo permitírmelo en el futuro.

P: ¿Qué ha pasado?

Me pregunta sin rodeos. Mi madre me caza en instantes. Como se nota que me parió.

- Nada.

Me escaqueo.

- He dormido poco.

P: Te hice puchero.

Nunca he podido resistirme a la cocina de la Pepi.

P: Come un poco y sube a dormir.

- No hace falta, mamá.

Me niego.

- Con una ensalada estoy bien.

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