Capítulo 46

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Narra Mateo

Me atraganto al escuchar su propuesta. Ayer discutíamos como perros y gatos y hoy me invita a su casa a charlar como los buenos amigos que no somos.

+ "Acepta ya mismo"

+ "No te aproveches de ella, esta borracha"

Debato mentalmente si aceptar su invitación. Ir a su casa me facilitaría muchas cosas. Conseguir información en su morada será sencillo. Con ver las fotos que tenga puestas en el salón será suficiente para hacerme una idea de que ha pasado con esa carta que escribió hace diez años.

+ "Mateo, está invitación es la puerta a tu libertad"

Una parte de mi sigue insistiendo.

+ "Además te ha gustado pasar el rato con ella"

Las voces en mi cabeza no quieren callarse. Y tampoco puedo negarlo. Me ha escuchado interesada, como no lo hacía nadie hace mucho tiempo. Sí, sí que me ha gustado pasar el rato con ella, y si no estuviera obligado a investigarla querría saber igualmente cada una de las cosas que me cuenta. Es una mujer interesante.

+ No me digas que se te ha subido la cerveza.

Digo divertido rompiendo el incómodo silencio.

- Que va, voy contentilla, nada más.

+ Te creía más resistente.

La burlo.

- No puedo permitirme beber casi nunca.

Se excusa inocente.

- Siempre tengo que estar a tope y perfecta para los conciertos.

+ Mejor nos quedamos aquí.

Propongo. Sí, soy un imbécil. No hace falta que nadie me lo diga.

+ Dejamos de pedir cervezas y con unas tapas esperamos a que te baje el alcohol. Que tú así no puedes conducir.

- ¿Acabo de decirte que casi nunca puedo beber y quieres que me pida unas tapas?

Me mira con los ojos desorbitados y se echa a reír.

- Vamos, no puedes rechazarme un vino.

Me enseña las llaves del coche.

- Conduce tu.

Me las cede despreocupada. Me descubro a gusto viéndola así.

Pagamos y sin prisas vamos hasta su coche. No ha aparcado demasiado lejos, pero si lo suficiente para que pueda fumarse un cigarro hasta llegar a él.

- Vaya temazo.

Canturrea con un buen subidón las canciones de metálica que se cuelan por los altavoces.

+ Eres una caja de sorpresas, Malú.

Comento sorprendido por su gusto musical. Aunque eso no sea lo que me lleve a pensar en ello.

- Tú también, Martín. Tú también.

Me mira y creo que no se da cuenta el gesto que hace mordiendo su labio inferior.

+ ¿Estas segura que esto es una buena idea?

Pregunto antes de bajarme en su casa.

- Claro que es una buena idea.

Asevera.

- Que te estoy invitando a un vino, no a que pases la noche conmigo.

Me señala graciosa y abre la puerta. De repente siento que por culpa de sus palabras y mi alocada imaginación el pantalón me empieza a molestar.

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