Capítulo 53

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- Chino.

Acepto.

+ ¿Tu eres siempre tan mandona?

Me guiña un ojo saliendo del portal.

- Solo cuando hace falta.

Río.

- Pero vamos que empezar siendo amigos queriendo cambiarme.

+ Y manipuladora. Me lo apunto.

Se echa a reír mientras que nuestros pies dejan huellas por las aceras de Madrid hasta alcanzar el restaurante que me otorga la calma de no saberme en revistas a primera hora de mañana.

- Oye, aceptaré ser tu amiga con una condición.

+ Lo dicho, eres una chantajista.

Rueda los ojos divertido.

- Que me toques algo.

+ ¿Otra vez?

Carcajea.

- Eres un cerdo, mal pensado y encima repites los chistes.

+ Ya te he tocado el piano... y con una versión de aprendiz mucho mejor que la tuya.

Me chincha achinando los ojos.

- Saxo... quiero oírte tocar el saxo.

+ No.

- Al final no me contaste por qué no has vuelto a tocarlo, ni la guitarra.

+ Me recuerda a mi abuelo. A promesas que nos hicimos y a cuánto le echo de menos cada día.

- ¿Murió?

Me atrevo a preguntar para confirmar una respuesta obvia.

+ Sí. Estaba mayor y casi nunca me reconocía.

- Es duro.

Admito.

- Yo también echo de menos a los míos.

Confieso.

- Me encantaría saberles orgullosos de mi.

+ No dudo que lo estarán.

- No hablo de la música.

+ Yo tampoco.

- ¿Y como sabes que están orgullosos de mi?

Inquiero.

- Igual si supieran las cosas que he hecho estarían avergonzados.

+ ¿Siempre eres tan destructiva contigo misma?

- Intento no serlo.

Me encojo de hombros.

+ No creo que hayas hecho nada tan malo como para que no estuviesen más que orgullosos, y sea lo que sea, deberías ser tú la que te perdone.

- Ya.

+ ¿Sabes lo que creo?

Hago un pequeño ruidito invitándole a hablar. No sé por qué ni como ha conseguido que le confiese algo tan intimo.

+ Hacemos lo imposible por ser aceptados, por crear relaciones, querer, ser queridos, pero a final de cuentas, somos humanos, hacemos daño y aunque nos cueste aceptarlo, todos somos el malo en la vida de alguien.

- ¿De verdad crees eso?

+ Ciegamente.

- ¿Todos somos el malo en la vida de alguien?

Pregunto entre incrédula y reflexiva. No me atrevería a negarlo. En mi vida fue Sebastián. Puede que en la suya también haya sido yo.

+ Es inevitable.

- ¿Y tú? ¿De quien eres el malo en su vida?

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