Narra Mateo
- No sabes cuánto necesito sentirte dentro.
Se queja. Está a puntito.
+ Disfruta.
Beso el lóbulo de su oreja. Tiene los ojitos cerrados y arquea su espalda entregada al juego de mis dedos en su intimidad.
- Martín.
Gime.
+ Mi niña.
Murmuro en su oído. Le gusta que la llame así.
- Bésame.
Suplica indefensa buscándome. Uno nuestros labios a la par que aumento el ritmo de mi tortura en su interior, lo que no dura demasiado porque siento como cada uno de sus músculos se tensa y la manera en que una corriente eléctrica la recorre desde la cabeza hasta los pies. Yo solo puedo disfrutar viéndola correrse siendo yo el responsable. Me vuelve completamente loco y me muero por confesarle que yo también necesito que me sienta dentro. Que deseo tenerla desnuda frente a mi y besar cada trocito de su piel. Que yo también me muero por derramarme en su interior porque su menudo cuerpo en una adicción para mi.
Retiro mis dedos empapados de lo más profundo de su ser y me limpio sin prisas cediéndole el tiempo que necesite para reponerse y recuperar el ritmo de su agitada respiración.
+ ¿Hey, pero que pasa?
Me preocupo cuando la veo abrir los ojos después de un par de minutos. Los tiene demasiado brillantes. En cualquier momento va a romper a llorar.
- Martín, hay algo que debes saber.
Suspira abatida. Yo me limito a escucharla.
- Aquella mañana que encontré a Malena semidesnuda en tu piso...
Me recuerda nuestro desafortunado desencuentro.
- Creí que vosotros...
Parece incómoda, por lo que con un gesto la hago saber que entiendo a que se refiere. Que sé que creyó que habíamos follado, y que puede seguir hablando sin detenerse usando palabras que solo van a hacerla daño otra vez.
- Me sentí traicionada.
Me mira contrariada.
- Estaba dolida y muy enfadada.
Hace memoria de sus sentimientos.
- Y convencida de que entre tú y yo no habría nada nunca más.
Hago una pequeña mueca que podría confundirse con una sonrisa escondida. Sé que se sintió así y me conmueve que comparta sus sensaciones conmigo, y aún más saberla un poquito más mía cada día.
+ Ya lo sé.
Niega mientras que le tiembla el labio inferior.
- No...
Intenta decirme algo más, pero las palabras parecen escurrirse de su vocabulario producto de los nervios.
+ Shhhhh
Pongo mi dedo índice sobre sus labios.
+ No hace falta que me lo digas.
Intento calmarla.
+ Ya lo sé.
Insisto.
+ Aquella noche olías a él.