La admiro embelesado acariciando su pelo. He empezado para relajarla y ahora que duerme con gesto tranquilo no quiero dejar de hacerlo. Un mar de emociones rompe con tanta fuerza como las olas en mi interior. Lo que me produce esta mujer no lo había experimentado nunca. A veces tan fuerte y arrolladora, otras tan frágil que me crea la necesidad de protegerla de cualquier cosa que pudiera perturbarla. Incluso de mí, que soy un puto cabrón, tan mentiroso como enamorado.
+ Te amo.
Susurro resguardándome en su sueño. No quiero agobiarla con sentimientos que aún le vienen grande.
+ Te amo tanto, Malú.
Podría contemplarla toda la noche, es tan bonita, pero Male se tiene que ir, por lo que tras dejar una caricia en su mejilla salgo sigiloso de su habitación, y luego de su casa.
Narra Malú
Los días pasan arrastrando las semanas y abril ha apurado los primeros diez días haciendo que el tiempo se escurra como agua entre los dedos.
- Martín.
Ayer una idea se cruzó por mi cabeza y no puedo dejar de darle vueltas y más vueltas.
+ Dime.
No levanta la cabeza del ordenador.
- Oye.
Reclamo con mala cara. No tenemos mucho tiempo de estar a solas, y estos pocos ratitos le quiero todo para mí.
+ Lo siento.
Se disculpa bajando la pantalla para venir a acomodarse a mi lado.
+ Estaba leyendo sobre un nuevo tratamiento.
Suspira.
+ Eva no deja de preguntarme cuando podrá ver a Alex.
Acaricio su pelo, despeinándole de forma cariñosa.
+ Y yo no puedo permitir que le encuentre así.
- ¿Todos los padres en el mundo serán tan cabrones?
Generalizo, pero lo dudo seriamente. Tienen una manera única de arruinarle la vida a sus hijos. El mío es el rey de los capullos, pero no sé cuantos se salvarán. Lo veo en Alex. En el padre de Martín. En el padre de Vero.
+ Quisiera creer que no. A mi me gustaría ser padre algún día y hacerlo bien.
Confiesa. El sí será un padre estupendo. Ya lo es con Eva.
- Ya.
La conversación se torna incómoda. No quiero imaginar a Martín con un bebé. No me veo a mi con uno y la idea de que podría tenerlo con otra mujer me molesta hasta niveles insospechados.
- Estaba pensando...
Decido cambiar el tema, de otra forma, esto acabará mal.
+ ¿Te sientes bien?
Toca mi frente, comprobando si tengo fiebre, burlón.
- Mira que gracioso estás hoy.
+ Miedo me das.
Advierte.
+ Que cuando empiezas así es porque alguna idea maquiavélica ronda por esta cabecita tan bonita que tienes...
Deja un beso en ella.
- Es que...
+ Suéltalo, anda.
- Vero cumple años en dos días.
Le he hablado de mi mejor amiga miles de veces, pero aún no se conocen.
- Y pensaba que sería una idea súper chula bajar a Valencia hasta el concierto del viernes.
Esta semana tocamos en Alicante. Le miro como si no hubiese roto un plato jamás.
+ Reinona, voy a echarte de menos.
Promete enterneciéndome.
+ Pero jamás te diría que no aproveches el tiempo de estar con tu amiga, divertirte y descansar.
No lo pilla.
- Es que yo no quiero irme sola.
Debo esforzarme más por poner un aspecto angelical y conmoverle.
- Me haría mucha ilusión que tú te vengas conmigo...