Narra Mateo
+ Que tramposa eres.
Me río a carcajadas. Perdí la cuenta de cuantas partidas llevamos pero mi contrincante es peor que Eva.
- No hago trampa, pero es que tú no sabes jugar.
Se defiende tirando el dado otra vez. Encuentra argumentos inexistentes para repetir su turno y avanzar más de la cuenta.
+ Pero si me toca a mí.
Protesto.
+ Inventas normas todo el rato.
- Que no, Martín. Así se ha jugado al parchís de toda la vida.
Celebra como una victoria personal cuando cae sobre el seis, olvidándose del azar.
+ Claro. Porque de niña te convenía seguir estas normas y nadie tuvo cojones para decirte que eran inventos tuyos.
Río al ver su gesto escandalizado.
+ Es que encima te picas, que morro tienes, tía.
Me quejo.
+ Luego yo no sé jugar.
Carcajeo. Me la estoy pasando en grande.
- Mañana podemos preguntarle a José, ya verás.
+ Lo dicho.
Mantengo mi posición.
+ Con lo santo que es tu hermano, mira si iba a contradecirte, pequeña demonio.
Creo que vamos empatados y no estoy seguro si prefiero dejarla ganar para ver su carita de felicidad ante el triunfo o llevármelo yo y picarla por enfurruñarse como si tuviera seis años.
- Me toca otra vez.
Se ríe. A mi solo me ha tocado avanzar dos casillas y ha sido durante nuestra riña.
+ ¿Tu has pensado en visitar grupos de apoyo?
La chincho.
+ En plan, como esos de alcohólicos anónimos, pero para jugadores compulsivos.
Explota en una carcajada que se convierte en música para mis oídos.
- Hijo mío, si tú no soportas perder no me digas que soy yo la que debiese visitar esos grupos.
Me saca la lengua ganando la partida.
- Si necesitas que te acompañe a ti a uno de esos, me lo dices y voy contigo.
Devuelve la pullita.
- Por cierto...
Me mira seria y se pone de pie.
- ¡He ganado!
Festeja haciendo el tonto con bailes y tarareando su victoria.
+ Es lo que tiene tener tan mal perder.
Me hago el comprensivo, hablándole con serenidad.
+ Terminas por asustar al contrincante y te deja ganar.
Ríe.
+ Pobrecillo José, las que debe de haber aguantado.
Me apiado de él en voz alta.
- Ya, ya. Excusas.
Se burla y vuelve a vitorearse, tropezando con algo y a punto de caerse, pero soy más rápido y le sirvo de apoyo para evitarlo.
- Gracias.
Me mira nerviosa. Hemos quedado demasiado cerca. Sus ojos bajan a mis labios y se separa rápidamente.
+ ¿Vamos a hablar?