M: Hey, tonta, ven aquí.
Tira de una de mis manos obligándome a descubrirme la cara y empujándome para abrazarme y llorar en su hombro.
M: Malú, estás buenísima.
Promete, pero ya no puedo parar el llanto. Hace mucho que no me siento bien conmigo.
M: En serio.
Acaricia mi espalda que sube y baja producto de los jipíos.
M: Si estás así por Martín, te juro que no merece la pena, Lumi.
Asevera.
M: Ese tío es gilipollas o ciego.
- No.
Sollozo.
- Martín solo ha ha hecho que me desborde.
Sorbo la nariz.
- Yo no estoy cómoda con mi cuerpo hace meses.
M: ¿Estas tonta?
Me encojo de hombros tímidamente. Es como me siento.
- Anda, déjalo estar, que no quiero hablar más de esto.
Le pido.
- Me da vergüenza.
M: No voy a insistir.
Me hace mirarle y me corresponde fijamente.
M: Pero si puedo decirte como amigo y como hombre que a veces solo pienso con la polla...
Me hace reír. Por lo menos lo reconoce.
M: Que tienes un cuerpazo, y que eres una de las tías más guapas que conozco.
Me vuelvo a abrazar a su cuerpo agradecida.
M: Y que estoy aquí para ti, siempre.
- Gracias.
Vuelvo a hacer un puchero.
M: Pero, Lula.
Me mira divertido.
- Es que tengo algo más que contarte.
M: Soy todo oídos.
- Mi padre.
Se me atragantan las palabras con las lágrimas. No puedo creer que me haya traicionado así. Esta herida si que escuece.
M: ¿Qué le ha pasado a Pepe?
Inquiere preocupado.
- Me vendió.
M: ¿Qué?
No da crédito a mis palabras. Todos saben lo unidos que éramos y que soy la niña de sus ojos.
- Dio algún tipo de información a los padres de Sebastián para que puedan separarnos.
Gimoteo.
- Mi padre sabía cuánto le quería, Melen.
Maldigo llena de rabia.
- Y me vio sufrir como una condenada llorando por él durante mucho tiempo.
Me mira compasivo y a punto de decir algo, pero el timbre nos interrumpe.
M: ¿Esperas a alguien?
- No.
Miro por la cámara del telefonillo.
- Joder, es Martín.
M: Os dejo.
Empieza a recoger sus cosas.
M: Vosotros tenéis mucho que hablar.
- No se te ocurra.
Me niego rotunda y amenazante. No me apetece estar con él y charlar toda la noche con Melendi es todo lo que necesito.
- Tú te quedas.
Ordeno.
- El que se cansara de llamar y va a irse es él.
M: No estaría tan seguro.
Duda ante la insistencia del timbre.
- Abre tu.
Suplico.
- Y ocúpate de que se vaya por donde mismo ha venido.
M: Malú...
- Melen, te lo pido por favor.
Rueda los ojos y acepta. Sin decir nada abro el portal de afuera y me echo a a correr escaleras arriba.
+ Melendi.
Escucho su voz.
+ Yo... bueno... venía a hablar con Malú...
M: Ya, ahora está ocupada.
Me excusa y noto la incomodidad en su voz, por lo
que decido intervenir para liberar a mi mejor amigo del marrón y asegurarme que Martín se irá sin regresar.
- ¿Melen, me he dejado abajo el sujetador?