Capítulo 145

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M: Hey, tonta, ven aquí.

Tira de una de mis manos obligándome a descubrirme la cara y empujándome para abrazarme y llorar en su hombro.

M: Malú, estás buenísima.

Promete, pero ya no puedo parar el llanto. Hace mucho que no me siento bien conmigo.

M: En serio.

Acaricia mi espalda que sube y baja producto de los jipíos.

M: Si estás así por Martín, te juro que no merece la pena, Lumi.

Asevera.

M: Ese tío es gilipollas o ciego.

- No.

Sollozo.

- Martín solo ha ha hecho que me desborde.

Sorbo la nariz.

- Yo no estoy cómoda con mi cuerpo hace meses.

M: ¿Estas tonta?

Me encojo de hombros tímidamente. Es como me siento.

- Anda, déjalo estar, que no quiero hablar más de esto.

Le pido.

- Me da vergüenza.

M: No voy a insistir.

Me hace mirarle y me corresponde fijamente.

M: Pero si puedo decirte como amigo y como hombre que a veces solo pienso con la polla...

Me hace reír. Por lo menos lo reconoce.

M: Que tienes un cuerpazo, y que eres una de las tías más guapas que conozco.

Me vuelvo a abrazar a su cuerpo agradecida.

M: Y que estoy aquí para ti, siempre.

- Gracias.

Vuelvo a hacer un puchero.

M: Pero, Lula.

Me mira divertido.

- Es que tengo algo más que contarte.

M: Soy todo oídos.

- Mi padre.

Se me atragantan las palabras con las lágrimas. No puedo creer que me haya traicionado así. Esta herida si que escuece.

M: ¿Qué le ha pasado a Pepe?

Inquiere preocupado.

- Me vendió.

M: ¿Qué?

No da crédito a mis palabras. Todos saben lo unidos que éramos y que soy la niña de sus ojos.

- Dio algún tipo de información a los padres de Sebastián para que puedan separarnos.

Gimoteo.

- Mi padre sabía cuánto le quería, Melen.

Maldigo llena de rabia.

- Y me vio sufrir como una condenada llorando por él durante mucho tiempo.

Me mira compasivo y a punto de decir algo, pero el timbre nos interrumpe.

M: ¿Esperas a alguien?

- No.

Miro por la cámara del telefonillo.

- Joder, es Martín.

M: Os dejo.

Empieza a recoger sus cosas.

M: Vosotros tenéis mucho que hablar.

- No se te ocurra.

Me niego rotunda y amenazante. No me apetece estar con él y charlar toda la noche con Melendi es todo lo que necesito.

- Tú te quedas.

Ordeno.

- El que se cansara de llamar y va a irse es él.

M: No estaría tan seguro.

Duda ante la insistencia del timbre.

- Abre tu.

Suplico.

- Y ocúpate de que se vaya por donde mismo ha venido.

M: Malú...

- Melen, te lo pido por favor.

Rueda los ojos y acepta. Sin decir nada abro el portal de afuera y me echo a a correr escaleras arriba.

+ Melendi.

Escucho su voz.

+ Yo... bueno... venía a hablar con Malú...

M: Ya, ahora está ocupada.

Me excusa y noto la incomodidad en su voz, por lo

que decido intervenir para liberar a mi mejor amigo del marrón y asegurarme que Martín se irá sin regresar.

- ¿Melen, me he dejado abajo el sujetador?

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