Capitulo 28

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- Pues hijo si empiezas así...

Niega con una sonrisa y se sienta frente a mi en la isla de la cocina mareando su café.

- Desembucha, anda.

M: Te conozco.

Titubea.

M: Tu te vas a enfadar y a mi me duele tener que decírtelo.

- Melen, suéltalo ya que me pones nerviosa.

M: Martín te ha hecho llorar...

- Ya, como lo uses para picarme delante de los amigos...

Le amenazo divertida. Sé que no lo hará. Este tronco es un cielo.

M: Malú, te he visto llorar muchas veces.

Insiste. Su voz me hacer volver a estar seria.

M: Y solamente cuatro han sido por un hombre.

Recuerda.

M: Tres por Sebastián... y hoy por Martín.

- No he llorado por él.

Me defiendo.

- He llorado por mi. Me he sentido pequeñita y muy mala persona.

M: No tienes que excusarte conmigo, pero ese tío ha llegado pisando fuerte a tu vida, aunque luches por negarlo.

- Te estás imaginando cosas.

Le discuto.

M: No puedo callarme contigo, siempre nos contamos lo que pensamos.

- No lo hagas, pero ahora dices sinsentidos.

M: No hay peor ciego que el que no quiere ver...

- Ni sordo que el que no quiere oír.

Acabo por él la oración, rodando los ojos y restándole importancia a sus palabras.

- A veces pienso que se te olvida lo que me hizo Sebastián.

Cuestiono su memoria de pez, aunque sé perfectamente que no se olvida, simplemente no conoce toda la historia. Aún no me animo a confesarle a nadie lo que pasó. Ni siquiera él o Vero lo saben.

- Y que después de ese gilipollas pienso lo mismo de todos vosotros. Solo estáis para follar.

M: Gracias por lo que me toca.

Finge ofenderse.

- Bueno, que tú lo haces mu' bien.

Prometo traviesa.

- Y además eres mi mejor amigo... Sin ti no podría vivir.

M: Yo tampoco, Lumi.

Enreda sus dedos con los míos y nos miramos en silencio.

- Oye, tengo que volver al estudio.

Me excuso rompiendo el momento algo nerviosa. No me encuentro cómoda en demostraciones cariñosas, aunque con él solo nos una la amistad más bonita del mundo.

- Rubén y Portu me siguen esperando.

M: Vamos.

- Melen.

Le llamo fijando mis ojos en los suyos.

- Gracias.

Me abrazo a su cuerpo sin dejar de preguntarme que he hecho para merecerle. Es el mejor amigo que alguien puede tener.

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