Narra Malú
+ ¿Me crees?
La falta de oxigeno nos ha obligado a separar nuestros labios, pero sus manos aún acunan mi cara y las mías rodean su nuca. Su frente descansa sobre la mía y nuestras miradas expresan más de lo que me gustaría.
- No lo sé.
Suspiro.
- Estoy deseando hacerlo, pero...
+ Para la única mujer en todo el mundo que tengo ojos es para ti.
Promete.
+ No uses a Malena como excusa para retroceder en los pasitos que vas dando.
Suplica azotándome con la verdad que hay en sus palabras, ¿Cómo es que ya me conoces tanto, Martín? No debías descubrirlo. Ni yo misma suponía tener que hacerlo.
+ Estás empezando a dejarme entrar aquí.
Apoya una mano en mi pecho.
+ Te ruego que no me quites la oportunidad de enseñarte a amar antes de tiempo.
Asiento con un movimiento suave de cabeza. No sé si voy a amarle, tampoco puedo asegurar que aquella diosa a la que me encontré en su piso esta mañana no sea su amante, pero de lo que si estoy absolutamente segura ahora es de que no quiero echarle. Quiero seguir sintiendo sus besos cálidos sobre mi boca. Quiero acurrucarme con él también esta noche. Quiero que mis dedos jueguen enredándose en su pelo y los suyos recorran mi piel estremeciéndola.
- ¿Puedes quedarte?
Pregunto poniéndome de puntillas para alcanzar sus labios. Igual su sobrina lo reclama en casa y mis ganas de tenerle se van al garete.
+ ¿Quieres que me quede?
- Toda la noche.
Contesto sin dejar de saborearle.
+ Entonces no podré hacerte el amor.
Recuerda mis reglas.
- Por la mañana.
Intensifico nuestro beso. Solo haberlo mencionado me ha hecho tener unas ganas tontas de sentirle dentro.
- Antes de irte.
+ Voy a quedarme.
Confirma.
+ Pero no habrá sexo.
Me mira intensamente.
+ Voy a enamorarte, hasta que desees hacerlo como lo que verdaderamente es.
Me da un beso que me sabe a poco. Deseo sus manos en mis pechos, su lengua recorriendo mi cuerpo y su erección en mi intimidad.
+ La mayor expresión de amor que se puede alcanzar.
Sonrío enternecida a la par que irónica. Yo no me enamoro porque hace diez años Sebastián atrapó mi corazón y lo hizo añicos. Martín en cambio, sobrevalora demasiado aquel sentimiento.