Narra Malú
- ¿Seguro que no quieres entrar?
Ríe negando con el coche aún encendido fuera de mi casa.
+ Si que quiero, no puedo.
Nos hemos vuelto a quedar hasta el amanecer. Esta vez mirándolo juntos y abrazados. He insistido en que duerma conmigo duarante la mañana, pero tiene que recoger a Eva y llevarla a la escuela.
- Vale.
Le doy un pico a modo de despedida y me bajo para entrar con prisa. La lluvia ha escampado, pero el frío cala los huesos.
- Martín.
Vuelvo a acercarme. El abre la ventanilla.
- Ha sido una de las mejores noches de mi vida.
Prometo. Sencilla pero especial. Me ha hecho de rabiar jugando al billar, pero confieso haberme divertido, aunque eso no pienso decírselo. Luego nuestra cena improvisada y largas conversaciones entrelazadas con silencios cómodos. Confesiones, risas, reflexiones. Todo ha sido estupendo.
No contesta, pero sonríe ampliamente.
- Hablamos luego.
Me echo a correr para ser recibida por mis tres niñas.
- ¿Habéis echado de menos a mamá?
Pregunto acariciándoles el lomo. Danka me da un morreo que me hace reír.
- Necesito dormir, pero luego os llevo a dar un paseo.
Para mis peludas el frío no es un impedimento de salir al parque o a andar por ahí.
- ¿Dónde está Chani?
Les pregunto pensando en dormir junto a él. Chanelo jamás se resiste a una siesta, pero Lola corretea hasta el sofá, enseñándome al gato profundamente dormido.
- Vale, yo también me subo a descansar.
Anunció llenando sus cuencos de comida y agua. Me meto en el baño para sacarme el maquillaje frente al espejo y me cambio a un pijama cómodo y calentito. Con la calefacción se está bien, pero me gusta la tela gruesa y suave, y hacerme una bola bajo el edredón.
Una vez en la cama reviso el móvil y sonrío como una tonta al ver un mensaje de Martín.
+ "Para mi también ha sido una de las mejores noches de mi vida"
No voy a contestar, pero me alegra leerle. Me giro acurrucándome para poder descansar cuando se me ocurre una idea bonita que creo que le gustará.
- "Necesito que nos veamos esta tarde"
Envío el mensaje a las dos personas que me ayudarán a llevar a cabo la sorpresa. Luego vuelvo a dejar el móvil para dormir pero las ganas de sentirle me pueden, lo que me obliga a levantarme en busca del vibrador. No me atrevo aún a volver a introducirme los dedos, ayer me hice daño y me sigue doliendo, pero acaricio con ellos mi punto débil, sintiendo mis pliegues, mi humedad y presionando allí donde el cuerpo me lo pide. Pienso en Martín y después de unos minutos de disfrute, hago uso del aparato maravilloso que esta vez si me hace conseguir el anhelado orgasmo.