+ Male, no puedo contarte más.
Le explico.
+ Hay cosas que son muy íntimas de Malú y no voy a ser yo el que hable de ellas.
M: Esta bien, Mateo.
Me mira compasiva.
+ ¿Qué hago ahora?
Pregunto al borde de la desesperación.
M: Lo primero, calmarte. Vas a hacer un agujero en el suelo de dar tantos pasos sin sentido.
Me paro quieto y suspiro dándole la razón. Vuelvo a sentarme y resoplo abatido.
M: Y lo segundo es que te metas una cosa en la cabeza. Sos un capullo por mentirle.
Ruedo los ojos. Como si no lo tuviera claro.
M: Pero no te olvidés que también sos un sol, y que no creo que nadie pueda quererla tan bonito como vos.
Sus palabras son esperanzadoras, aunque casi inverosímiles.
M: Ojalá a mi alguien me quiera tanto alguna vez.
+ Tía, que no sabe ni quién soy.
Ruedo los ojos irónico.
M: Ahí te equivocás.
Me rebate.
M: No sabe tu nombre, pero si sabe quien sos vos. Tu personalidad es la misma. Tus gustos, tus sueños, tus dolores...
Enumera.
M: Vos con ella sos vos, Mateo, y el hijo de puta de Sebastián te inventó una identidad diferente.
Medito por un par de segundos. Malena está en lo cierto, pero no puedo dejar de pensar en que yo he mantenido la identidad que me inventó Sebastián, y eso me hace culpable de lastimarla.
+ Pero el que va a hacerla daño soy yo.
Admito frustrado. No sé cómo volver el tiempo atrás y evitar toda esta farsa.
M: Martín es solo un nombre.
Insiste.
M: Aunque tarde va a perdonarte.
Deseo aferrarme a su seguridad con todas mis fuerzas. Pensar en perderla me agobia tanto como imaginar que me saquen el corazón del pecho sin anestesia.
+ Puede.
No apostaría por ello.
+ Pero el haber llegado a su vida porque Sebastián me contrató para investigarla hace todo mucho más complicado.
M: Pero si a ese tarado no le has dado nada de información.
Me mira risueña.
M: Yo no entiendo como es tan tonto para no darse cuenta de las cosas.
Yo también he pensado que Sebastián sospecha que algo pasa, sin saber que estoy enamorado como un gilipollas, pero igual quiere vengarse de mi, por eso no acepta mi renuncia.
M: Porque eso de que Malú no te ha contado nada yo no me lo creo.
Sonrío negando. Claro que me he ganado su confianza y sé cosas que a Sebastián le servirían, pero no, jamas la traicionaría.
+ No sé qué es de esa criatura.
Discrepo con ella. Mi deber es averiguar sobre aquel bebé y todavía no lo hago.
M: Y aunque lo supieras...
Me mira arqueando una ceja.
+ No, no se lo diría.
Sonríe orgullosa de mí.
M: Por eso sos mi amigo.
+ Ojalá pudieras asegurarme todas estas cosas bonitas, Male.
Haría lo que fuera por ello.
+ Pero yo la conozco.
Vuelvo a sentir un nudo en el pecho.
+ Voy a lastimarla.
Aseguro.
+ Y no va a perdonarme.