Narra Malú
Entro dejando atrás la terraza bajo los atentos ojos de de mi amiga que me observan examinándome.
- ¿Qué?
V: Yo esa mirada la conozco.
Me siento frente a ella sin mediar palabra. Enciendo otro cigarro y mientras inhalo, muevo nerviosa mi pierna.
- ¿Qué tan loco es regresar ahora a Madrid?
Rompo el silencio consciente de que mi pregunta es absurda. Una puta locura, eso es.
V: Estas como una cabra, pero sigue tu instinto.
Me anima consiguiendo que la mire perpleja. Esperaba que me dé la chapa y me diga que se me ha ido la olla.
- Son las diez de la noche.
Reflexiono.
- Antes de las dos no estaría en Madrid.
V: ¿Pensabas dormirte pronto?
Me cuestiona conociéndome como si me hubiera parido. Siempre me acuesto tarde.
- Es una locura, Vero.
V: Ya.
Me da la razón.
V: Pero más locura es que te quedes aquí echándole de menos cuando puedes pasar la noche con él, que es lo que realmente te apetece.
- ¡Te quiero!
Me incorporo abrazándola. Si tenía alguna duda ella la ha disipado. Corro a la habitación de invitados a recoger los cosas y entro silenciosa a ver a la pequeña Carla que duerme como un angelito.
- Te prometo que volveré pronto a verte.
Me despido antes de pensármelo mejor. Como lo haga, me quedaré aquí.
...
..
Llamo al timbre nerviosa.
- Vete a casa, Malú.
Me regaño a mi misma.
- Estas no son horas.
Murmuro bajito mientras insisto con unos suaves golpes en la puerta.
- Vamos que estará dormido, como cualquier ser humano normal a las dos y media de la madrugada.
Intento convencerme al ver que no abre. Me ha costado lo suyo averiguar su dirección, y no parece haber servido de nada.
- Anda, vete ya.
La voz en mi interior no quiere callarse, y si lo pienso, tendría que escucharla, pero no sé por qué decido volver a intentarlo, otra vez llamando con mis nudillos, sin demasiada fuerza.
Espero un par de minutos. Puede que solo sean segundos, pero me saben eternos. Apoyo nuevamente mi mano en la madera blanca, pero esta vez decido comportarme con algo de cordura y me giro para salir de allí, apretando el botón del ascensor que se encuentra al fondo del pasillo.
+ ¿Malú?
Tan solo entreabre la puerta, mirándome sorprendido.
- Martín.
Contesto con un hilo de voz. Ahora me hago consciente de la locura que significa plantarme en su casa, cuando hace algunas horas estaba en Valencia, creyendo que sería por varios días.
+ ¿Qué haces aquí?
- Me moría por verte.
Admito tan sincera como llena de timidez. De repente me empiezo a sentir vulnerable y pequeñita.
+ Ven aquí.
Sale a por mí, estrechándome entre sus brazos con fuerza, llenándome el alma de calor.
+ Yo sí que me moría por verte.