Capitulo 88

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- Melendi.

Protesto.

- Que yo no me enamoro.

M: Que yo no me enamoro.

Me imita al unísono de mi quejido.

- En serio.

Insisto.

M: Pero con él algo es diferente.

- No quiero lastimarle.

Suspiro.

- Es mi amigo y...

M: Te gusta.

Acaba la frase por mi.

- ¿Qué más da?

M: Inténtalo.

- No.

M: ¿Por qué?

- Empiezo la gira, conciertos, promo, no hace falta que te explique a ti que no tengo tiempo para estas cosas.

M: Cariño, el tiempo es relativo.

Reflexiona.

M: Lo que tú tienes es un yuyu que te cagas.

- No quiero hacerle daño.

M: Ya se lo has hecho hoy conmigo. Se lo vas a hacer cuando tengas que volver a verlo en el estudio y pretendas que no ha pasado nada entre vosotros o cuando vuelva a verte besando a otro...

- No tiene por qué verme. Lo nuestro de esta noche fue un desliz.

Por primera vez aparta sus ojos de la carretera y me mira con desaprobación.

M: No llegó a serlo, pero le has lastimado igualmente.

- ¿Y que se supone que tengo que hacer?

Pregunto quejica.

M: Déjate sentir.

- Yo no sé hacer eso.

M: Habla con él. Cuéntale tu historia y pídele que te enseñe.

- Sí, claro.

Niego irónica.

- En cuanto se entere que un ex de hace más de diez años sigue haciendo pupa va a pedirle a un psiquiatra que me encierre en un loquero.

M: Sebastián desapareció, Lula.

Aparca en su casa y apoya su mano sobre mi rodilla cariñosamente antes de bajar del coche.

M: Él ya no te hace daño. La lapidaria eres tú.

- Me rompió el corazón.

Me defiendo.

- Y cuando creía que no podía hacerme más daño, volvió a abandonarme.

M: Pero han pasado diez años y eres tú la que no se permite volver a amar.

- No lo necesito.

M: Yo no sé si es Martín o será otro, Malú. Pero en determinado momento se te hará imposible seguir acallando a tu corazón.

- No le conoces. No sé por qué insistes.

M: Parece un buen chaval.

Me rebate.

M: Pero llevas razón, no le conozco.

Esta vez esta de acuerdo conmigo.

M: Pero a ti sí.

Asegura con chulería.

M: Y tú si tienes la necesidad de enamorarte.

- Que no.

Me enfurruño. No se por que insiste tanto con estas bobadas.

M: Vale.

Rueda los ojos dándose por vencido.

M: Pero habla con él.

Me pide entrando en su casa. Agradezco el calorcito que se siente dentro.

- Melen.

Le miro seria.

- Eres mi mejor amigo y aún no me animo a contarte a ti toda mi historia.

Muerdo mi labio inferior avergonzada. No estoy orgullosa de lo que hice, aunque Sebastián no se merece mi compasión.

- ¿Cómo crees que podría contársela a Martín?


Me interesa saber vuestras teorías de que le hizo Malú a Sebastián que no se atreve a confesarle ni siquiera a Melendi

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