- Vero.
Lloriqueo cuando mi amiga contesta la llamada en el ordenador. Me apetecía una conversación con cámara, a veces me hace sentirla más cerquita.
V: Nena, ¿no ha ido bien?
Pregunta preocupada.
- No lo sé.
V: Cuéntamelo todo.
- Pasamos una noche increíble.
Empiezo a relatarle.
- Sin sexo.
Aclaro antes de que se imagine cosas.
- Le advertí que si follabamos no iba a quedarme a dormir, y prefirió mi compañía.
V: Ya.
Reflexiona un par de segundos.
V: ¿Y que es lo que ha sido increíble si no hablas de un buen orgasmo?
Bufo.
- ¡Joder, Verónica!
V: Ya... ya... lo siento.
- En serio. Fue... especial.
Defino la velada sin encontrar la palabra acertada.
- Nos mimamos.
Le cuento.
- Besos, caricias, piques.
Recuerdo nostálgica.
- Te juro que fue bonito.
No puedo descifrar su gesto.
- Íntimo.
Por fin encuentro una definición más certera a la noche que pasamos.
V: Estas pillada.
- No... lo sé.
Un torbellino de sentimientos vuelve a apoderarse de mí.
V: No te lo estaba preguntando.
Aclara.
V: Y me alegra ver que vuelves a sentir y que te das cuenta de ello.
- Me ha dejado con un calentón que flipas.
V: Ahora entiendo tu cara.
- No es eso.
Decido contarle los detalles. No hay secretos entre nosotras.
- Se nos ha hecho de día, y Martín tenía que llevar a su sobrina a la escuela. Le he dicho que me vendría a casa y he ido al baño a asearme un poco antes de hacerlo, pero me he encontrado con que me ha dejado marcas.
Me refiero a la alergia. Llevo algunas cremas que han bajado un poco la inflamación.
- Y un chupón.
Levanto el cuello permitiendo que lo vea, señalándole mi cuello y desatando sus carcajadas.
- ¡Casi le mato!
Prometo.
- Al oír mi sorpresa ha corrido a verme y a insistir en que me quedara... Una cosa ha llevado a la otra y me puso muy cachonda.
No puedo evitar ruborizarme.
- Le he pedido que me folle y se ha negado.
V: Capullo, pero ¿qué más da?
Inquiere.
V: No hay nada que tus propios dedos no puedan solucionar.
- Lo he intentado.
Admito.
- Pero no he podido correrme.
Me mira estupefacta.
- Vero, que ni con el jodido vibrador me he liberado.
Me quejo tan frustrada como avergonzada.
- Y creo que me he hecho daño con mis propios dedos.
Maldigo.
- Todavía me duele.
Confieso.
V: Nena.
Me mira compasiva.
V: ¿Qué es lo que no me estás contando?
Suspiro abatida y se me llenan los ojos de lágrimas. Soy una cabrona.
- No ha querido follarme porque dice que me quiere. Que él me hace el amor, porque me respeta.
Sollozo.
- Me pedía que le quiera también.
Sorbo ligeramente la nariz.
- Vero, la tenía enorme, se moría por un polvo, y se ha aguantado rogándome que nuestros sentimientos sean mutuos. Prometiéndome que iba a enseñarme a quererle a él. Que va a demostrarme que sus palabras no son clichés y que las cosas bonitas que siempre me dice las siente de verdad. Que disfruta de mi compañía, no solamente de follar.
V: Gorda, es muy bonito.
Comenta enternecida.
V: No dejes pasar a un tío así.
Me ruega consiguiendo que explote en un llanto desconsolado.
V: Pero, Malú, ¿qué pasa?
- Que él me quiere de verdad y me abre su corazón, se queda con una polla kilométrica por mantenerse fiel a sus necesidad de demostrarme que va en serio, ¿y sabes lo único que quiero hacer yo con la humedad entre mis piernas?
Con un suave ruidito me invita a hablar.
- Correr a la cama de Melendi.