Capítulo 130

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Narra Malú

- ¿Siempre lo supiste?

Pregunto anonadada. El asiente con un gesto.

- ¿Por qué no me dijiste nada aquella noche?

+ ¿De qué hubiese servido?

Se encoge de hombros calmado.

- ¿No estabas enfadado?

+ No.

Acaricia mi mejilla.

+ Dolido sí, ¿pero que iba a decirte? te conozco demasiado, y sabía que lo harías.

- Creía que tú te habías acostado con Malena, y hubiese dado todo por qué me oyeras gemir otro nombre que no fuese el tuyo.

Le miro de soslayo. Estoy demasiado avergonzada.

- Y que te doliera tanto la traición como a mí.

Reprimo las lágrimas. Escucho mis palabras y me repudio a mi misma. No sé cómo Martín puede escucharme tan atento sin insultarme o decirme miles de burradas.

+ Malú.

Sus manos envuelven las mías apoyadas en mi regazo.

+ Aún hay muchas cosas de mi que no conoces.

Advierte.

+ Y que deseo profundamente que descubras.

Me mira intensamente.

+ Soy mucho más imperfecto de lo que crees.

Se presenta llenándome de ternura.

+ Pero te prometo que si algún día deseo meterme en la cama con una mujer que no seas tú, voy a dejarte antes.

Mis ojos tropiezan con los suyos.

- ¿Por qué no me dices que soy una guarra, o cualquier barbaridad que se te venga a la cabeza?

+ Porque no pienso que lo eres.

Expone sin titubear.

- Corrí a la cama de Melendi estando contigo.

Insisto. Dudo de su comprensión. Puede que no estemos hablando de lo mismo y debo ser clara, aunque duela, porque la culpa me está matando.

+ ¿En aquel momento pensabas que seguías conmigo?

Su pregunta me descoloca.

- No.

Bajo la mirada, pero me obliga a mantenerla, empujando suavemente mi mentón con dos dedos.

+ ¿Y ahora?

Esta vez me descoloca aun más.

+ No me importa lo que haya pasado aquella noche, quiero saber si ahora piensas que estas conmigo.

- Sí.

Contesto segura.

- Y me mata imaginarte con otra.

Confieso tímidamente aunque sincera.

- No sé querer.

Advierto recordándole nuestras conversaciones previas.

- Pero no quiero estar con nadie que no seas tú, ni que tú estés con nadie que no sea yo.

Me abrazo a él con fuerza. Necesito el refugio que significa su cuerpo envolviendo el mío. El olor que desprende su piel. La seguridad que me da el hueco de su cuello y no toparme con el rechazo que espero de sus ojos.

+ Mi niña...

Me da un beso en la cabeza cariñoso.

- ¿No estás enfadado?

Corroboro separándome ligeramente para poder verle. Me sonríe tan bonito que podría desmayarme.

+ ¿Estas de coña?

Con una caricia aparta algunos mechones de pelo rebeldes que caen sobre mi cara.

- ¿Por qué te ríes?

+ No sabes lo feliz que me hace que me digas que quieres estar conmigo, ¿como podría estar enfadado?

Una curva tira de mis comisuras y siento sus labios atrapar los míos. Cálidos, dulces, carnosos. Con un sabor a intimidad que no había sentido nunca antes.

+ Me vale mucho más que me digas que no quieres estar con nadie que no sea yo a una promesa de fidelidad impuesta.

Susurra en mi boca, antes de volver a devorarla.

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