Narra Malú
- ¿Siempre lo supiste?
Pregunto anonadada. El asiente con un gesto.
- ¿Por qué no me dijiste nada aquella noche?
+ ¿De qué hubiese servido?
Se encoge de hombros calmado.
- ¿No estabas enfadado?
+ No.
Acaricia mi mejilla.
+ Dolido sí, ¿pero que iba a decirte? te conozco demasiado, y sabía que lo harías.
- Creía que tú te habías acostado con Malena, y hubiese dado todo por qué me oyeras gemir otro nombre que no fuese el tuyo.
Le miro de soslayo. Estoy demasiado avergonzada.
- Y que te doliera tanto la traición como a mí.
Reprimo las lágrimas. Escucho mis palabras y me repudio a mi misma. No sé cómo Martín puede escucharme tan atento sin insultarme o decirme miles de burradas.
+ Malú.
Sus manos envuelven las mías apoyadas en mi regazo.
+ Aún hay muchas cosas de mi que no conoces.
Advierte.
+ Y que deseo profundamente que descubras.
Me mira intensamente.
+ Soy mucho más imperfecto de lo que crees.
Se presenta llenándome de ternura.
+ Pero te prometo que si algún día deseo meterme en la cama con una mujer que no seas tú, voy a dejarte antes.
Mis ojos tropiezan con los suyos.
- ¿Por qué no me dices que soy una guarra, o cualquier barbaridad que se te venga a la cabeza?
+ Porque no pienso que lo eres.
Expone sin titubear.
- Corrí a la cama de Melendi estando contigo.
Insisto. Dudo de su comprensión. Puede que no estemos hablando de lo mismo y debo ser clara, aunque duela, porque la culpa me está matando.
+ ¿En aquel momento pensabas que seguías conmigo?
Su pregunta me descoloca.
- No.
Bajo la mirada, pero me obliga a mantenerla, empujando suavemente mi mentón con dos dedos.
+ ¿Y ahora?
Esta vez me descoloca aun más.
+ No me importa lo que haya pasado aquella noche, quiero saber si ahora piensas que estas conmigo.
- Sí.
Contesto segura.
- Y me mata imaginarte con otra.
Confieso tímidamente aunque sincera.
- No sé querer.
Advierto recordándole nuestras conversaciones previas.
- Pero no quiero estar con nadie que no seas tú, ni que tú estés con nadie que no sea yo.
Me abrazo a él con fuerza. Necesito el refugio que significa su cuerpo envolviendo el mío. El olor que desprende su piel. La seguridad que me da el hueco de su cuello y no toparme con el rechazo que espero de sus ojos.
+ Mi niña...
Me da un beso en la cabeza cariñoso.
- ¿No estás enfadado?
Corroboro separándome ligeramente para poder verle. Me sonríe tan bonito que podría desmayarme.
+ ¿Estas de coña?
Con una caricia aparta algunos mechones de pelo rebeldes que caen sobre mi cara.
- ¿Por qué te ríes?
+ No sabes lo feliz que me hace que me digas que quieres estar conmigo, ¿como podría estar enfadado?
Una curva tira de mis comisuras y siento sus labios atrapar los míos. Cálidos, dulces, carnosos. Con un sabor a intimidad que no había sentido nunca antes.
+ Me vale mucho más que me digas que no quieres estar con nadie que no sea yo a una promesa de fidelidad impuesta.
Susurra en mi boca, antes de volver a devorarla.