Narra Mateo
- ¿Conduces?
Me pide cediéndome las llaves de su coche. Yo no he traído el mío y en su cabeza ella solo venía a cenar con su madre.
+ Sí.
Las cojo mirándola apenado. La noche no ha acabado de lo mejor, la pobre está agotada y aún le quedan rastros de llanto en la carita. El trayecto lo hacemos en silencio, aunque con nuestras manos entrelazadas. La radio suena bajito acompañándonos con los acordes de Adelle y la corta distancia entre la casa de su madre y la suya nos permite alcanzar nuestro destino en pocos minutos.
+ Reinona.
La llamo. Venía con los ojitos cerrados, no estoy seguro si rendida al cansancio o simplemente reflexiva.
+ Hemos llegado.
Se baja silenciosa y abre la puerta. El zoo está dormido, por lo que se me hace raro entrar sin escuchar varias patitas corretear para recibirnos.
- Voy a quitarme este desastre.
Anuncia señalando su maquillaje corrido y sube las escaleras. Yo la sigo y tomo asiento en el borde de su cama a esperarla. Unos minutos después sale del baño envuelta en un albornoz, a cara lavada y con gesto triste.
+ Ven aquí.
Abro mis brazos para recibirla y dejo un beso en sus labios, sin pretensiones.
- Siento que la noche acabará así.
Se disculpa.
+ ¿Estas tonta?
El que lo siente soy yo. Su cumpleaños solo debería acarrear alegrías, pero el tema de su padre es demasiado reciente y aunque se haga la fuerte, no le deja de doler. La charla con José la ha dejado tocada y a mi me mata ver sus ojitos apagados y su sonrisa perdida.
Sin mediar más palabras se lanza a mi boca salvajemente y con la misma destreza atrapa mi miembro con su mano.
+ Hey.
La aparto antes de reaccionar a ella y quedarme con el calentón.
+ Lo que tú necesitas es dormir y que te llene de mimos hasta que lo consigas.
- Iba a compensarte por la noche de mierda que se ha quedado.
+ Tu no tienes que compensarme nada.
La corrijo.
+ Hacer el amor es algo bonito que a los dos nos tiene que apetecer.
Aseguro.
+ El sexo no es una forma de pago, ni tampoco una compensación.
Asevero.
+ No quiero que conmigo te sientas así, nunca.
Remarco y siento sus brazos rodearme con fuerza, usando como escondite el hueco de mi cuello.
- Gracias... no me apetecía...
Confiesa en un susurro.
+ Hey.
La obligo a salir y mirarme a los ojos.
+ Prométeme que no volverás a hacerlo.
Le pido.
+ Que cuando me busques sólo sea porque me deseas y no porque te sientas en deuda conmigo.
- Vale.
Apenas le sale la voz. Pero vuelve a buscar el refugio que encontró en mi cuerpo hace unos segundos, para dejarse hacer escondida allí mientras con mi mano acaricio el bajo de su espalda.
+ Ahora ven.
Nos tumbo en su cama invitándola a acurrucarse conmigo, ofreciéndole mi torso como almohada, y mis brazos como protección mientras le hago cosquillitas y ronronea a gusto.
+ Vamos a dormir.
Beso su frente cargado de cariño.
- Buenas noches, Martín.