- ¿En serio?
Me quedo anonadada.
- ¿Al parchís?
Corroboro asegurándome que es aquel juego lo que trae entre sus manos.
+ Si no quieres hablar, podemos solo divertirnos.
Explica.
+ Pensé en algunas cosas que podríamos hacer en la ciudad, pero aún es muy pronto para sacarte por ahí.
Se encoge de hombros.
+ Y esto es lo único que traje conmigo para pasar un buen rato encerrados en una habitación de hotel.
Expone.
+ ¿Te animas a una partida?
Propone.
- Te recuerdo que no se me da bien perder.
Me hago a un lado dejándole pasar.
- Y a esto sí que sé jugar.
Advierto amenazante. No cuenta con la ventaja que significaba mi falta de experiencia en el billar.
+ ¿Merece la pena que lo intente?
Se atreve divertido.
- Tu sabrás.
Me hago la interesante cerrando la puerta, pero ahora si llega la comida, por lo que vuelvo a abrirla para que el chaval que la trae pueda dejarla dentro de la habitación.
+ Siempre me ha dado curiosidad saber que comen las súperestrellas.
Se burla ganándose un guantazo. Que tonto es.
- Verduras con salmón al vapor.
Contesto antes de dejar la comida al descubierto. Es lo que he pedido.
+ Vale, los humanos normales comemos mejor.
Me pica.
+ Guarradas como hamburguesas, pizza y tal.
Me hace reír otra vez.
- ¿Tu has cenado?
Niega con un gesto.
- Podemos compartir.
+ De eso nada. La que se ha consumido toda la energía del cuerpo corriendo por el escenario como una leona eres tú.
- Anda, no te hagas de rogar.
No voy a cenar sola frente a él. Es... incómodo.
+ Tu termina eso, yo voy preparando esto.
Empieza a colocar todo para la primera partida.
- ¿A ti te parece normal ir con un parchís en la maleta?
Abandono el plato y me acomodo frente a él. Me intriga muchísimo saber por qué trae el juego a cuestas.
+ Tu gira es muy larga, jefa.
Se encoge de hombros despreocupado.
+ Y aunque Eva no puede pasársela mejor con Malena, a veces me echa de menos.
Explica enterneciéndome.
+ Ella se queda con uno en casa y yo me traigo el otro. Jugamos hablando por teléfono.
Me informa de todo.
+ Yo le digo lo que debe mover cuando es mi turno y ella hace lo mismo conmigo.
Sonrío derritiéndome. Puede que sea uno de los detalles más tiernos que le he escuchado a alguien, pero un pensamiento fugaz se cruza por mi cabeza, y es que aunque a veces odie admitirlo, Martín es así. Está lleno de detalles.
+ ¿Qué color?
- Azul.
+ Ese es el mío.
Protesta.
- Ya te vale.
Finjo enfadarme.
- Rojo.
Digo lista para jugar.