- Martín, yo no puedo comerme esto a dos días de un concierto.
Miro el interior de la bolsa de papel que me cede, aunque el olor pude sentirlo desde antes. Dos hamburguesas dobles, patatas fritas y Coca Cola. Se me hace agua la boca.
+ ¿Por qué?
Pregunta mirándome preocupado. Ha aparcado el coche en un sitio que desconozco, pero que tiene preciosas vistas de Madrid. La lluvia empapa el vidrio empañado por el contraste de la calefacción con el aire gélido de fuera y las gotitas reflejan la luz de las farolas más cercanas.
- Porque no puedo.
Repito mi escaso argumento.
+ Ya, si te he oído, ¿pero por qué?
Me hace pensar un par de segundos.
+ No necesitas la tripa liviana para salir a cantar en un par de horas.
Descarta la posibilidad de que ayune. Eso solo lo hago el día del concierto y no era consciente de que él hubiese reparado en mis rituales.
+ Tampoco vas a engordar por comer McDonalds una vez.
Guardo silencio.
+ Y aunque lo hicieras, tú eres cantante...
Me hace reflexionar. No puedo decir que estoy contenta con mi imagen, pero hay algo de verdad en lo que dice.
- Ya, es que nunca lo hago.
Admito tímidamente.
- Rosa me acompaña prácticamente desde que empecé en la música, y ella siempre me ha hablado de la importancia de mantenerme delgada y cuidarme antes de un concierto.
+ Pues yo siempre he pensado que Rosa es gilipollas.
Sentencia.
+ Y tú me lo confirmas.
- ¡Martín!
Me echo a reír escandalizada.
+ Es que de verdad, Malú.
Me mira realmente molesto.
+ Eres guapa a rabiar.
Bajo la mirada, ruborizada.
- Y esa mujer te ha lavado el cerebro para que no puedas disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
- No es así.
La defiendo.
- Rosa me ha llevado muy lejos.
Aseguro.
- Ella ha sido un pilar fundamental para mí.
Gracias a Rosa estoy cumpliendo sueños y llenando recintos mucho más grandes.
+ ¡No! Lo estás haciendo porque eres una curranta y tienes un talento más grande que este país. Esa eres tú, no Rosa.
Justifica sus ideas.
+ Y no entiendo por qué te ha convencido desde que eras una cría a que no puedes irte de cañas con amigos o comer guarradas.
Protesta.
+ Y no te digo más porque estás son las dos cosas que has mencionado esta noche, pero estoy seguro que te habrá llenado la cabeza de pajaritos.
Espeta molesto y yo le miro dubitativa. De repente siento como una sonrisa tira de mis comisuras. Es bonito verle preocupado por mí, defendiendo mis derechos.
- Quiero besarte.
Anuncio acercándome a sus labios.