Narra Mateo
- Ha sido increíble.
Me mira sonriente y satisfecha. También lo ha sido para mí. Le devuelvo la sonrisa y acaricio su mejilla con cariño.
+ Eres preciosa.
Me aparta la mirada y se incorpora, colocándose unas braguitas y una camiseta varías tallas más grande que ella.
+ ¿Estas bien?
La imito cubriéndome solo con los bóxers.
- Sí.
+ ¿Estas segura?
Insisto.
- Estoy perfectamente, Martín.
Zanja con voz algo cortante. De repente siento que aquí sobro y hasta solo un momento a hubiese pasado las horas pegadito a ella.
+ Vale. Creo que mejor me voy.
- Ya hablamos.
No me contradice y no la entiendo, pero me siento fatal.
+ Solo quiero que me contestes una cosa...
Pido en el marco de su puerta. No he tardado en vestirme y bajar seguido de ella en un silencio incómodo. Un ruidito suave me hace saber que esta dispuesta a escucharme.
+ ¿Te arrepientes?
Pregunto comedido.
- Para nada.
Asegura.
- Ha estado tan bien que lo volvería a repetir.
Me mira sincera y se pone de puntillas para alcanzar mis labios en un beso que me sabe a poco.
- Estoy agotada.
El amanecer ya se ha hecho presente en la ciudad.
- Y cuando me has dicho que te parezco guapa después de follar he sentido un momento tan intimo que...
Se corta. Yo no lo he dicho guapa, ni tampoco me la he follado. Hemos hecho el amor, porque ella es mucho más. Es preciosa, y desnuda y entregada a mi es simplemente... perfecta.
+ ¿Qué?
- Déjalo estar.
+ ¿Por qué?
Estoy completamente confundido.
+ Las cosas hay que hablarlas.
- No estoy acostumbrada a que me traten así.
Confiesa llenándome de ternura. Es tan fuerte y ahora parece tan frágil.
+ Ven aquí.
Abro mis brazos para abrazarla.
+ Nunca dejes que nadie deje de tratarte como una reina. Lo eres y no mereces menos.
Prometo deseando ser yo el único que tenga la suerte de quererla.
- Eres un cielo, Martín.
Se deja hacer a la par que me devuelve el abrazo apretando con fuerza.
+ Descansa, ¿vale?
Me alejo un poco de ella. Ambos necesitamos dormir.
- Sí.
+ Feliz navidad.
Le deseo. Mañana es nochebuena.
- Feliz navidad.
Sonríe y mira el árbol de soslayo.
- Disfruta con los tuyos.
+ Gracias.
Abro la puerta para correr a mi coche. ¡Que frío hace!
- Oye.
Me llama.
- ¿Hablamos luego?
Pregunta tímida.
+ Claro que sí.
Sonrío como un tonto.
+ Llámame cuando te despiertes, dormilona.