Y: ¿Acaso a ti no?
Suelta una carcajada que llama la atención de más de alguno.
Y: Si no puede ser más guapo.
Asevera.
Y: Y encima es súper majo. No me digas que no te lo tirarías, jefa.
Su retahíla me pilla tan desprevenida que no sé cómo reaccionar.
- Somos amigos.
Contesto cortada.
Y: Ya, nosotros también, pero ojalá además me empotrara contra lo que le dé la gana.
- Joder, Yaiza, no te hacía tan guarra.
Espeto molesta. Mi corista siempre va de buen humor y es divertida y graciosa, pero ahora no veo el chiste en ninguna parte.
Y: Mira ese culo.
Le analiza cuando está de espaldas, sirviéndose algo.
Y: Y la que tendrá delante.
Realmente su labio superior en un gesto exagerado.
Y: Lo bien que debe follar...
- Basta.
La freno furiosa. Martín es mi novio, ¿Qué hace ella mirándole el culo, y peor, fantaseando con su amiguito?
Y: Martín, ven aquí.
Le llama.
Y: Siéntate con nosotras.
Le señala una silla disponible en nuestra mesa. Ahora mismo quisiera arrancarle todos los pelos. Recuerdo que cuando les presenté, Yaiza mostró interés por él, pero jamas hubiese imaginado que seguía con el capricho. Creí que se trataba del entusiasmo de tener a alguien nuevo en el equipo.
¿Es que de verdad le gusta? Dice que son amigos, ¿pero que tan amigos?
Mi mente empieza a divagar y me vuelvo loca buscando en mi memoria diferentes oportunidades en que les he visto afables. Siento como con las uñas me hago daño a mi misma, apretando los puños con la idea de que Yaiza pueda haber intentado algo con él.
+ Buenos días, chicas.
Su voz me devuelve a la realidad. Me sorprendo rayándome con tantas dudas.
Y: Buenos días, guapo.
Sonríe como una idiota.
Y: ¿Has dormido bien?
+ Sí, ¿y vosotras?
Finge interés por las dos, ocultando que conmigo pasó toda la noche y encima no dejé de darle guerra.
Y: Estupendo.
+ Que buena pinta tiene esto.
Mira el croissant que tiene en la mano y rápidamente le da un bocado. Realmente ha sido un gesto muy sexy, aunque no creo que él sea consciente de ello.
Y: Si, el desayuno está muy bien, aunque no he probado el dulce.
Me quedo atónita. No sé si yo estoy mal pensando o lo ha dicho con segundas intenciones.
Y: ¿Puedo robarte un cachito?
Y es que encima le tira los trastos ¡La voy a matar!
+ Claro.
Se encoge de hombros incomodo a la par que le cede el plato y yo siento la sangre en ebullición.
+ ¿Y tú, Malú, no comes nada?
Repara en mi porción sin tocar.
- Se me ha ido el hambre.
Advierto con una sonrisa falsa antes de volver a la habitación.