Narra Mateo
+ ¿Vergüenza?
Con mis dedos levanto su barbilla para obligarla a que me mire.
+ ¿De qué?
Pregunto asombrado. ¿Quién soy yo para juzgarla?
- Por favor, no insistas...
Me suplica susurrando. Sus ojitos han vuelto ha encharcarse.
+ Vale.
Tampoco pienso torturarla ni hacer que se sienta incómoda.
+ ¿Puedo acariciarte?
Duda por unos segundos y luego niega con un gesto leve.
+ ¿Piensas decirme el por qué?
- Martín...
Empieza a desesperarse y yo con ella. Rechaza cualquier tipo de contacto físico y hace unos días me pedía que la lleve a la cama.
+ ¿Si tú no quieres hacerlo, puedo decirte como me siento yo?
Sé que ahora mismo se trata de ella y no de mi, pero ya no sé qué hacer para derribar su coraza. Cada vez que creo derrumbar sus barreras acaba por levantar una más grande.
Su respuesta es asentir levemente.
+ Confundido.
Le cuento.
+ Sé que aquella noche en la playa sentiste que no quería hacerte el amor, pero te equivocas.
Aseguro.
+ Entendiste que no me pones y me contaste que el último tiempo has cogido peso.
- Déjalo estar.
Intenta callarme a la par que derrama varias lágrimas, limpiándose los ojos con el dorso de su mano.
+ No. Las cosas hay que hablarlas.
Me niego. Ella escapa de enfrentarse a nuestros conflictos y yo no conozco otra forma de arreglarlos que enfrentándolos.
+ Llevo días culpándome por hacerte sentir insegura, cuando las conclusiones las sacaste tú sola, y yo lo único que deseo es hacerte mía cada día y a todas horas.
Sobre la nariz, y un nuevo puchero acecha.
- Martín, no quiero hablar de eso.
+ Pero tienes la mala suerte de que internet esté lleno de fotos tuyas.
Ignoro su pedido.
- Déjalo.
Me ruega.
+ Puede que hayas cogido peso, sí.
- ¡Déjalo!
Grita enrabiada.
+ ¡No!
Levanto la voz imitándola, haciéndola saber que no voy a rendirme. Aunque todo acabe aquí, está conversación vamos a tenerla.
+ También he visto que te cambiaste el color de pelo, que llevabas aparatos, y que...
- ¡Basta ya!
Vuelve a gritarme. Sé que la hago sentir expuesta, pero esta es la única manera en que creo poder ayudarla.
+ Oye.
La atrapo cuando se levanta para salir de la habitación. Y vuelvo a sentarla con fuerza, esta vez sobre mis piernas.
- ¡Suéltame!
Grita dando patadas y manotazos al aire, e incluso, algunos a mí.
- ¡Que me sueltes!
Chilla intentando zafarse de mi agarre, pero para su mala suerte yo tengo mucha más fuerza que ella.
- ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda!
+ ¡Shhhh!
- ¡Déjame ir, Martín, quiero que me sueltes!
Lloriquea.
Contadme que os va pareciendo 😇🙈