Narra Malú
Entro al local cabizbaja. No quería que las cosas con Martín se dieran así.
M: ¿Qué ha pasado?
Mi mejor amigo me esperaba en la puerta.
- Muchas cosas, Melen.
Le miro entristecida soltando una bocanada de aire.
- Tengo demasiado que contarte.
Me abrazo a él buscando consuelo, pero también calor. Me he quedado helada.
M: ¿Vamos a casa?
Propone.
M: Creo que para ti la fiesta ha acabado.
- Sí.
Le doy la razón. Desde que le vi aparecer en mi camerino esta tarde tuve intenciones de acabar la noche juntos en su casa o la mía, pero no de la manera en que lo haremos precisamente.
M: Vamos.
Me abre la puerta caballeroso dejándome pasar. Siempre ha sido detallista. Camino a su lado a paso rápido con su cazadora. Me va enorme, pero no tengo con qué más abrigarme y ahora mismo todo me vale. No tardamos en llegar a su coche y agradezco cuando lo primero que hace es poner la calefacción a tope.
M: ¿Me lo quieres contar o prefieres escuchar mis especulaciones?
- No hacen falta, son todas correctas.
M: ¿Lo de que le has hecho un baile erótico y una orgía también?
Se echa a reír a carcajadas. Debe de haber visto mi cara hecha un cuadro de soslayo, porque sus ojos no se apartan de la carretera.
M: Que es broma, Lula.
Sigue con su risa y por fin me contagia.
M: Es que estás muy tensa.
Agradezco que le quite hierro al asunto.
- Joder, es que ¡qué mal rato!
Me excuso.
M: A ver, Malú.
Se pone serio para que hablemos.
M: Que habéis follado me queda clarísimo.
Le escucho en silencio.
M: Y que se ha puesto súper celoso también.
Una risita tímida se me escapa por más que la intente retener. Si hasta casi me produce ternura.
M: Lo que significa que está pillado.
Anuncia con obviedad lo que mis oídos no querían oír.
M: Pero siendo tú como eres.
Remarca.
M: Le habrá quedado claro que un polvo es un polvo y que no habrá nada más.
Asume.
M: Ante aviso no hay engaño.
Me recuerda.
M: Tú no has hecho nada malo.
Intenta disipar mis culpas. Viéndolo así tiene razón, pero...
- Ya... es que...
M: ¿Te estas enamorando?