Capítulo 122

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Narra Malú

+ ¿Pedimos unas cañas?

Entramos en el local hace un par de minutos. Por suerte no hemos aparcado demasiado lejos ni tampoco está muy lleno. Es un sitio acogedor, cada quien va a su bola y junto al bar tienen algunas mesas de billar. Solo dos de ellas están ocupadas.

- No puedo.

Niego.

- En tres días tengo concierto.

Le recuerdo. Mis vacaciones están por acabar.

+ En tres días no es hoy.

Me guiña un ojo.

+ Anda, una sola no va a hacerte daño.

Al saberme dubitativa las ordena.

+ Puedo cambiarla por una Coca Cola si prefieres.

Propone al verme poco convencida.

- Me apetece.

Digo honesta.

- Pero Rosa va a matarme.

Exagero un poco. Aunque no le haría ninguna gracia que yo esté de copas antes de girar.

+ Rosa no va a enterarse.

Asegura.

+ Además estás de vacaciones y en esta vida hay que disfrutar.

- Venga, ¿me enseñas de que va esto o qué?

Deja nuestras cervezas a un lado y me ayuda a posicionar mi cuerpo, cediéndome un palo y enseñándome con el suyo el ángulo exacto para aprender a mirar y donde tengo que darle a la bola blanca.

- ¿Así?

Pregunto imitándole.

+ Más abajo.

Con un gesto pide permiso para tocarme y sus manos me acomodan mejor la posición.

- "Martín, me estás poniendo mucho"

Pienso al sentirle tan cerquita, pero decido no decir nada y enfocarme en aprender a jugar, tengo que ganarle.

+ Ahora con el taco tienes que golpear aquí.

Sigo sus instrucciones.

- ¡Toma ya!

Celebro victoriosa.

+ Ole.

Se ríe por mis maneras.

+ Lo has hecho muy bien.

- Venga. Vamos a jugar.

+ ¿No quieres practicar un poquito más?

- Antes jugamos, antes te gano.

+ Madre mía lo competitiva que eres.

Rueda los ojos.

+ ¿Estas segura que vas a ganarme?

- Como que me llamo María Lucía Sánchez Benítez.

+ ¿Apostamos algo?

Me reta.

- Lo que quieras.

Me vengo arriba.

+ Te recuerdo que yo sé jugar, y para ti es la primera vez, todavía podemos hacer un juego amistoso.

- Ya te he dicho que confío en mi suerte de principiantes.

Advierto.

- Además, aprendo rápido.

Alardeo con chulería.

+ Luego no me llores ni te pongas de morros.

Bebe de su botellín casi todo el contenido. Le miro y hago lo mismo, con gesto altanero.

- ¿Qué vamos a apostar?

+ El como acabamos esta noche.

- Me vas a tener que follar.

Me atribuyo un triunfo que aún no es mío.

- Y no querías hacerlo.

+ No lo haré.

Suscita en mi oído con voz ronca, haciendo que un escalofrío me recorra desde la cabeza hasta los pies.

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