Capítulo 41

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Viernes.

Dejo a Eva en la puerta de la escuela y me voy hacia el centro de rehabilitación. Encubriendo mi mentira he encontrado una institución que me ha permitido darle a Rosa aquella dirección que tanto ha pedido y organizar un evento bonito de fin de año para familias con alguno de sus padres en proceso de curación. Al final ha sido cierto que daré una alegría a algunos niños que recibir un disco firmado por una por las artistas más importantes de nuestro país les obligará a sonreír.

+ "Estoy de camino"

Le envío un mensaje a Portu. Ayer Rosa me ha avisado que será el quien me acompañe.

Po: Ya estoy aquí.

De inmediato llega su respuesta. No habíamos quedado tan pronto. Pongo mi disco favorito de Coldplay y conduzco al ritmo de la música.

Narra Malú

+ ¿Vosotros que hacéis aquí?

Martín entra en la oficina en la que nos escondemos José y yo. Portu nos ha dado unas últimas indicaciones y le ha dicho a nuestro compañero que se encuentre con nosotros aquí. Pero no nos esperaba. Claro que no.

- Hemos venido a alegrar a esos chiquillos, igual que tú.

Contesto con una sonrisa triunfal. Estoy contenta de ayudar, si, pero verle la cara desencajada creo que es lo mejor de mi día.

Po: José, vamos a probar sonido.

Da instrucciones.

Po: Malú, tú quédate aquí.

Asevera.

Po: No pueden verte antes de tiempo.

Ambos salen dejándome a solas con Martín. Incomoda, pero el lo está más.

- ¿No me esperabas, eh?

Rompo el silencio risueña.

- Se te ha quedado la cara hecha un cuadro.

Ignora mi comentario.

+ ¿Qué es lo que pretendéis hacer y por qué no me habéis avisado?

- Si lo hubiésemos hecho no sería una sorpresa, hombre.

+ Yo estoy trabajando, Malú, no necesito sorpresas.

Dice de mala gana.

+ Que esto es para ellos.

Señala la puerta, refiriéndose a los de afuera.

+ No para mi.

- Bueno, pues he creído que si ibas a regalar mis discos les haría ilusión escucharme cantar.

Rebato.

- Que aquí no eres el único con buen corazón, Martín.

+ ¿Me estás diciendo que estás usando tu fama para demostrarme a mí que no soy el único que se preocupa por niños que tienen padres drogadictos?

Me mira pasmado.

- No, ¿y si así fuera que?

Levanto el tono.

- ¿Qué no van a alegrarse igualmente por tenerme aquí?

+ Por supuesto que si.

Me da la razón.

+ Ellos claro que van a alegrarse, pero yo...

- ¿Tu que?

Me acerco un poco  a él. Nuestras distancias ya eran bastante cortas y nuestra tensión demasiado fuerte.

+ Yo estoy cada vez más convencido que eres una niñata inmadura.

Se aleja cabreado.

+ Y que tenia razón cuando te dije que no tenías ni puta idea de lo que es sufrir.

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