Capítulo 101

123 12 3
                                    

Narra Mateo

+ Jamás lo haría.

Garantizo. Si piensa que le exigiría alejarse de alguien que es importante para ella es porque no me conoce.

+ Si estas conmigo quiero que estés bien contigo.

La veo sonreír, y ese gesto me parece más bonito que el mejor de los atardeceres.

+ Y eso sería imposible si te pidiera alejarte de los tuyos.

- Sí.

Pronuncia bajito.

+ Pero si alguna vez me confundo, entiéndeme.

Suplico. Sé que no será fácil saberla a solas con Melendi.

- Lo haré.

+ Hay una cosa más.

Suspiro nervioso, intentado armarme de valor para confesarle toda la verdad.

- ¿Alguna vez te han dicho que eres un pesado?

Se queja risueña.

- ¿Puedes besarme ya y luego sigues dándome la lata?

Es ella la que sella nuestra corta distancia con un beso que empieza tímido, pero que va tomando ritmo y hace bailar nuestras aterciopeladas lenguas que tanto se habían echado de menos, separándonos solamente cuando la necesidad de oxigeno se presenta en nuestros pulmones.

- Que si vas a ser mi chico deberías hacerte a la idea que no se me da bien esperar a que me besen cuando lo estoy deseando.

Vuelve a unirnos, haciéndome sonreír como un idiota cuando escucho lo de ser "su chico", me encanta.

+ Malú...

Me separo de ella intentando mantener la cordura que estoy a punto de perder por su culpa.

+ Es importante.

- Nada puede ser más importante que un polvo ahora.

Vuelve a anclarse en mis labios, haciendo que mande todas mis ganas de declararle la verdad a tomar por saco y centrarme solamente en hacerla mía. Ella me lo pide, y no hay nada ahora mismo que me apetezca más que amarla.

+ Quítate esto.

Me deshago de su sudadera. No lleva nada abajo y sus formados pechos quedan a mi entera disposición para tocarlos, acariciarlos y lamerlos con libertad.

Un gruñido escapa de su boca haciéndome saber que disfruta de lo que hago y poco después el chándal que lleva corre la misma suerte que aquella prenda a la que le perdí el rastro.

- Tu vas muy vestido.

Se queja al notarnos en diferentes condiciones y desabrocha rápidamente los botones de mi camisa.

+ Fiera.

Río al notar su sofoco cuando hay uno que le da guerra, haciéndola tardar en permitirnos el piel con piel.

- Los pantalones también.

Murmura bajando por mi torso con besos húmedos mientras que su mano se ocupa de arrancar la prenda y hábilmente atrapar mi miembro para no darme tregua hasta que consiga alcanzar las puertas del paraíso.

+ Túmbate aquí.

Ordeno empujándola con suavidad en el sofá para quitarle las braguitas y recrearme en su anatomía. Acaricio su intimidad totalmente empapada y cuelo dos de mis dedos en su interior haciéndola gemir y retorcerse de placer. Podría vivir únicamente para verla disfrutar.

- Martín.

Pronuncia tan solo con un hilo de voz, flexionando las piernas en busca de mayor contacto.

- No pares.

Me ruega jadeante.

+ No pienso hacerlo.

Aseguro. Pienso darle la mejor noche de su vida, por lo que me posiciono sobre su cuerpo para recorrerla con besos y caricias con la mano que me queda libre.

+ Eres lo más bonito que he visto en mi vida.

Prometo alucinado con la perfección de sus curvas.

+ Y te juro que voy a conseguir que me quieras.

Susurro tan bajito que estoy seguro que no ha podido oírme. Tampoco quiero que lo haga, pero es aquella promesa la que me señala que es el momento de colarme en su interior. Hacemos el amor de una forma única. Cómplice. Satisfactoria. Nuestra.

- Ha sido increíble.

Me sonríe y luego me da un pico, acariciando mi mejilla tras él.

- Ahora si, ¿qué era eso tan importante que querías decirme?

Todos los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora