- ¿Al parque de atracciones?
Me inclino para robarle un pico rápido sin que nadie nos vea. No se imagina la ilusión que me hace estar aquí.
- No he venido desde que tengo quince años.
Menciono un número al asar, pero creo que sin exagerar.
+ No estaba seguro si iba a gustarte o eres una miedica que se asusta con las alturas y la velocidad.
Arqueo una ceja.
- Estarás de coña...
Me río.
+ Hay cosas de ti que aún no conozco.
Se excusa encogiéndose de hombros.
+ Pero ya me parecía que te va la marcha.
Me hace sonreír sonoramente, tirando de mi para entrar.
- Vamos a ese.
Entusiasmada doy pasos rápidos hacia una atracción altísima con forma de estrella.
+ Empezando por todo lo alto.
Se ríe siguiéndome. Nos montamos y enredo mis dedos con los suyos tan nerviosa como ilusionada al sentir como empezamos a subir a toda velocidad.
- ¡Martín, me encanta!
Prometo a gritos. Sus labios chocan con mi comisura, intentando besarme. Ambos nos reímos por el fallo del cual el movimiento es el único culpable.
- ¡Uf, que subidón!
No puedo parar de reír y sonreír. Corriendo a distintos entretenimientos que el parque ofrece.
+ Reinona, tenemos que irnos.
Mira su reloj.
+ ¿Hacemos uno más?
Propone travieso, como un niño que sabe que va a llegar con atraso a clase. Él se lo ha pasado tan bien como yo. Ha sido una velada indescriptible. Divertida, repleta de risas, complicidad y besos robados. Es lo que tiene venir a un sitio así un martes por la mañana. ¡Casi no hay nadie! Lo que nos permite ser tan cariñosos como nos apetezca.
- Aquella.
Ni me lo pienso y echo a correr otra vez a la gran montaña rusa. Ya hemos ido dos veces.
+ Estás como una cabra.
Valora al verme dando saltitos de alegría mientras esperamos. Ambas veces hemos bajado de aquí con el corazón en la boca.
Narra Mateo
Su sonrisa no puede ser más bonita. Estamos disfrutando cada segundo y eso era precisamente lo que quería cuando pensé en traerla aquí. Que no piense en nada y se lo pase bien. Creo que lo he conseguido.
+ Tengo algo para ti.
Me río al verla volviendo al coche. Se ha venido arriba.
+ No se si vaya a gustarte...
Advierto.
+ Pero puedes cambiarlo, que no me enfado.
- No tenías que comprarme nada.
Me mira enternecida recibiendo la cajita envuelta en papel dorado que luego se dedica a rasgar con las ansias de una niña. Quien diría que es una mujer haciendo sus veintinueve años.
+ Ya, pero me apetecía.
- Es precioso.
Sonríe agradecida. Se quita el collar que lleva puesto y se coloca el que acabo de regalarle.
- Me encanta.
+ ¿Si?
- Mucho.
+ Que bien.
Me alivia haber acertado.
+ Vamos, anda, que Rosa va a matarnos.
La apuro montándome en el coche.
- Martín.
Pone su mano sobre la mía, reclamando mi atención.
- Gracias.
Sus ojitos brillan sinceros.
+ Que va, ha sido sólo un detalle.
- No hablo del collar.
Me obliga a mirarla.
- Que también es muy bonito.
Insiste.
- Ha sido un cumpleaños increíble.
Se explica.
- Me lo he pasado de puta madre, a pesar de todo.
Asegura alegrándome el corazón. Mi objetivo se ha cumplido.
+ Yo también me lo pasé genial.
Confirmo.