Capítulo 109

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Me incorporo a toda prisa a buscarla al baño. Ahora mismo el corazón se me podría salir por la boca. Ayer mientras no podía dormir pensando en ella estuve hurgando en el cajón de los recuerdos. La foto en que Sebastián y yo salimos abrazados tras una noche de fiesta en Miami cuando solo teníamos veinte años no ha vuelto a su sitio. No fui capaz de soltarla, observándola mientras pensaba en cómo haré para confesarle la verdad a la mujer que me ha robado el corazón y al chaval que por aquellos años locos y tormentosos fue mucho más que un amigo. Fue mi hermano, y ahora me he enamorado de la encargada de su sufrimiento por más de diez años.

+ No es lo que cre...

No termino la frase cuando la veo acariciarse el cuello y el mentón con gesto preocupado.

- No tengo que creer nada, estuve allí.

Se queja pasando sus dedos por la marca roja del borde de su cuello.

- Esto es un chupón, capullo.

Me señala con el dedo índice.

- Y encima llena de alergia por tu barba.

Parece una cría enfurruñada reclamando.

- Y tú tienes el morro de reírte.

+ Ven aquí.

La abrazo por la espalda, dejando ver nuestro reflejo frente al espejo.

+ ¿Puedo hacerte otro acá?

Pregunto risueño besando el otro lado de su cuello.

+ Igualmente tendrás que ir con una bufanda.

Carcajeo al ver que se aleja para darme un guantazo.

- ¡Te voy a matar!

Intento ponerme serio, pero me lo pone imposible. Es tan... adorable.

+ Anda, no te enfades conmigo.

Vuelvo a abrazarla y se deja hacer.

+ Que ha sido una noche preciosa.

Busco sus labios. Hace un par de minutos de nuestro último beso y los míos ya les echan de menos.

+ Y no sabes cuánto estoy deseando alargarla.

Vuelvo a mi intento de que se quede aquí conmigo.

- Tendrás que currártelo más.

Sonríe sin alejarse de mi boca. Meto la mano por debajo de su camiseta y siento su piel estremecerse por el tacto, haciéndome saber que voy por buen camino.

+ Vamos. No me hagas suplicarte.

Insisto sin dejar de besarnos.

+ ¿Vas a negarme que tienes tantas ganas como yo?

Pregunto jugueteando con su pezón endurecido.

- Follame.

+ Yo no hago eso.

Me niego, bajando mi mano hasta jugar con su intimidad. Está empapada y me muero por empotrarla contra los azulejos.

- Me has puesto muy cachonda. Follame.

+ Pídeme que te haga el amor.

Mis dedos entran en las profundidades de su ser.

- Martín.

Bufa buscando más contacto.

- No me hagas esto.

Suplica indefensa.

- Follame y me voy a casa.

Su voz suena consumida por el deseo.

+ Te quiero.

Prometo en su oído, retirando mis dedos de sus entrañas y llevándome su humedad entre ellos.

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