Capítulo 158

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Narra Mateo

Me despierto aturdido y molesto por el ruido que viene de... ¿la puerta? No sé qué hora es, pero tengo demasiado sueño, siento que hace solo unos minutos me he acostado, no puede ser ya de mañana. Otra vez aquellos golpecitos. Pestañeo un par de veces o tres para espabilarme y me doy cuenta que efectivamente no ha pasado ni una hora desde que me metí en la cama. Me levanto agotado y con la habitación completamente oscura, lo que hace que la luz del iluminado pasillo me ciegue.

- Lo siento.

Se disculpa.

- Me voy.

Anuncia alejándose.

+ ¡Ey! Espera.

La retengo.

+ ¿Pasa algo?

Me preocupo al verla aquí. Hace varios minutos estábamos en su habitación y nos hemos despedido para dormir.

- No.

Niega tímidamente.

- ¿Puedo?

Cohibida me pide permiso para entrar.

+ Claro, me hago a un lado dejándola pasar y cierro la puerta, volviendo a encontrarnos en la penumbra.

- ¿Me abrazas para dormir?

Sonrío ampliamente y sin mediar palabra, anudo nuestros dedos para guiarla conmigo a la cama. Se tumba de lado, algo tensa, pero consigo relajarla abrazándola desde atrás.

+ Me gusta tenerte aquí.

Prometo y aunque no puedo verla, intuyo una sonrisa.

+ ¿Me dejas?

Busco su aprobación para colar mi mano bajo su camiseta con la única pretensión de acariciar su encorvada cintura.

Asiente con un ruidito y la noche empieza a hacerse difusa. En algún momento ambos nos quedamos dormidos.

Narra Malú

Me despierto abrazada a su torso que sube y baja rítmicamente con su respiración relajada y tranquila. Observo detenidamente sus facciones y con delicadeza paseo mi dedo por su barba de pocos días. Que guapo es, pienso deteniendo los dibujos sin sentidos que llevo haciendo por su rostro temerosa de desvelarle. Quiero regalarme unos minutos para contemplarle sin que se entere, disfrutando del despertar acompañada. La última vez que amanecí sin estar sola tenía dieciocho años.

+ Sigue.

Su voz ronca me sorprende, pero aún no abre los ojos. Vuelvo a pasar mis dedos por su piel y una sonrisa esboza en su cara.

+ Me pierden tus caricias.

Pasan largos minutos hasta que se decide a hablar.

+ Confieso que soy como un gato que podría pasarse todo el día recibiendo mimos.

Me hace reír. Chanelo no es así.

+ ¿Has dormido bien?

- Sí.

Confirmo.

- ¿Y tú?

+ Más o menos. Una inquilina se me coló en la cama por la madrugada.

Me hace reír.

+ ¿Qué hora es?

No lo sé, y no llegue a cuestionármelo.

- Hostia, Martín, son las tres de la tarde.

Me incorporo corriendo al percatarme de la hora. Tengo que volver a recoger mi habitación. Hace tres horas que tendríamos que estar de camino a Madrid.

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