Narra Malú
El concierto avanza y no hago más que divertirme. Los nervios han quedado muy lejos y ahora solo me dedico a dar lo mejor de mi para que la noche sea perfecta. El repertorio va dejando atrás las canciones y al acabar con nuestra nueva versión de aprendiz solo me apetece correr a abrazar a Martín. Ha sido súper bien recibida por el público y verle sonreír sabiendo que cambiarla ha sido un gesto para él me hace desearle más si cabe.
- Que me quieres sin medida.
Cuando llega el turno de así lo haré empiezo a cantar mirando al lateral del escenario. Cada vez que lo he hecho le he visto admirarme atento. Lo que me gusta y ruboriza a partes iguales.
- Que por mi todo lo harías.
Decido cerrar los ojos, y dejarme llevar por esta canción.
- Y aún sabiendo que yo pienso en él te arriesgas a perder.
A veces sigo pensando en Sebastián, pero ya no es amor. Ahora le odio profundamente.
- Que en tus brazos yo podría renacer, sentirme viva.
Puede que sí. Los brazos de Martín son refugio. Por momentos pienso que él es el único capaz de hacerme volver a creer en el amor, ¿no es acaso eso el más importante renacer? Y si, estos días junto a él me he sentido realmente viva, con una sensación de plenitud que no recuerdo haber experimentado antes.
- Sus caricias de papel se han quedado entre mis manos, y mi lado izquierdo se quedó desintegrado.
Siento la calidez de una lágrima haciendo el recorrido por mi mejilla. A veces me duele admitir como mi corazón quedó hecho añicos cuando solo tenia dieciocho años.
- Yo por mi lo intentaré y no quiero hacerte daño, pero sé que sola no me atreveré.
Verónica insiste en que Martín es el hombre indicado para ayudarme a reconstruir mi corazón, y poco a poco voy dandole la razón, aunque aún no pueda confesarlo.
- Y solo así lo haré, solo así me olvidare de él, cuando me hagas el amor deja tus huellas, llévame hasta las estrellas.
Sollozo cuando la canción me obliga a decir hacer el amor. Jamás un tío con el que haya estado me ha hecho darle importancia a un acto tan carnal. Siempre he tenido relaciones buscando el placer mutuo y nada más.
Los acordes terminan obligándome a abrir los ojos y volver a enfrentarme al público con una sonrisa. Es más fácil que enfrentarme a mis propios sentimientos y lidiar con ellos. Sus aplausos me arropan y les agradezco cada gesto. Luego sigo cantando, porque el show no acaba acá, pero busco a Martín y ya no le encuentro en el lateral donde ha estado durante todo el concierto, y me sorprendo a mi misma cargando con mis nervios otra vez.