M: Yo no me enamoro porque te tengo a ti.
Deja caer una bomba que explota en todo mi ser.
M: Estoy tan bien contigo que no busco querer a nadie, Lula.
Se queja haciéndome sentir culpable.
M: Nos la pasamos tan bien juntos que me da pereza salir por ahí y conocer a alguien que no seas tú.
Admite.
M: Pero a diferencia de ti, yo si quiero enamorarme, Malú.
Enciendo otro cigarro.
M: Quiero formar una familia...
Confiesa.
M: Que alguien me haga perder la cabeza, que me quite el sueño y sueñe conmigo, no sé tía, yo pienso que amar si que merece la pena.
- ¿Por qué no me habías dicho esto?
M: Porque quiero todo lo que te he dicho, pero no quiero perder esto que tenemos.
- No tenemos nada, Melen.
M: ¿En serio?
Reclama ofendido.
M: ¿Tu a esto le llamas nada?
- ¡No, joder, no!
Me retracto de inmediato.
- Melen.
Resoplo agobiada buscando las palabras que parecen esfumarse de mi cabeza.
- No te haces una idea la cantidad de veces que he deseado enamorarme de ti.
Prometo.
- Que eres la mejor persona que conozco, tronco.
Le miro a los ojos.
- Pero tú tienes razón... yo no me enamoro, para mi lo nuestro es la amistad más bonita del mundo... y sexo.
M: ¿No te das cuenta que ese es el problema, Malú?
Hago un gesto confundida, invitándole a explicarse.
M: Que yo quiero que la persona que se adueñe de mi corazón sea la mejor amiga de todo el mundo.
Reflexiona.
M: Y esa siempre vas a ser tu.
Sus palabras son tan bonitas y sinceras que se me forma un nudo en la garganta. Me apetece abrazarle y llorar en su hombro, no quiero dejar de ser esa persona nunca, pero no puedo ser tan egoísta.
- Lo hemos jodido todo.
Me quejo.
M: No.
- Sí.
Aseguro.
- ¿Quieres que dejemos de vernos?
M: ¡No!
Asevera apurado.
- Melen, yo no puedo darte lo que tu quieres.
M: Te equivocas, Lula. Tú te haces creer a ti misma que no tienes nada para hacer feliz a otro, pero serías una novia estupenda.
Atrapa mis manos entre las suyas.
M: Y sé que algún día, alguien te hará tragarte todas esas palabras y va a demostrarte que llevas desperdiciando años de tu vida... pero ese no voy a ser yo.
- Igual no soy yo la que se equivoca.
Reflexiono.
- Igual eres tú el que tienes demasiado sobrevalorado el amor.
M: No... Verás como vas a darme la razón.
Suspiro apartando la mirada. No, yo no pienso volver a enamorarme, no importa cuantos años pasen, no voy a volver a caer como una tonta.
- No, Melendi, pero da igual ahora... ¿Qué vamos a hacer?