Capítulo 89

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M: Pues cuéntamela, Lumi.

Se sienta en el sofá a mi lado, atrapando mis manos con las suyas, transmitiéndome toda la confianza que necesito.

M: Igual lo que necesitas para empezar a sanar aquella herida es compartir con alguien vuestra historia.

Suspiro presa de unos nervios que me carcomen. ¿Y si Melendi se da cuenta de la basura de persona que soy y deja de ser mi amigo? No podría soportarlo.

- No quiero.

Le miro haciéndome pequeñita.

- No todavía.

M: Vale.

Me abraza. Solo he buscado refugio en él.

Narra Mateo

Llego a casa con el corazón marchitado. Al final soy siempre yo el imbécil que respeta a las mujeres y ellas terminan haciéndome añicos, pero Malú parecía diferente. Ella era mi amiga.

Me acerco al piano y toco algunas notas. Llevo tiempo sin componer, pero el siempre ha sabido entenderme y ayudarme a expresar lo que me pasa por dentro.

+ Que no me lo merezco, lo supe desde siempre. Que fue sin darte cuenta, no es fácil de creer...

Susurro con rabia mientras mis dedos acarician el instrumento hundiéndose en él.

+ Que nunca encontrarás otra persona como yo.

Reflexiono en mi inspiración.

+ Y todas esas cosas que se dicen cuando no hay valor.

Bufo enrabiado.

+ Eso te ha faltado, cabrona.

La acuso como si pudiera escucharme.

+ El valor para decirme que Melendi no es tu mejor amigo. Que te lo tiras. Que una noche soy yo y a la otra es él.

Alguna lágrima atrevida quiere desbordarse de mis ojos, pero no pienso permitirlo. No se merece que derrame ni una sola miserable lágrima por ella.

+ Todo lo que termina, empieza en otra parte. Tal vez hoy nazca un ángel por el que ayer murió.

Gimoteo al son de mis propios acordes.

+ No quiero entretenerte, que la pena no revive lo que el tiempo ha destrozado.

Suspiro cabizbajo.

E: Que bonita.

La voz de Eva me sobresalta. Al girarme la encuentro con los ojitos cansados, apoyada en la pared del pasillo y su inseparable Rapunzel cogida de los pelos.

+ Princesa, ¿Qué haces aquí?

E: Me he desvelado con el piano.

Me hace sentir culpable.

E: Pero es una canción muy bonita y triste a la vez.

+ Ya.

La miro enternecido. Se muere de sueño.

+ Vamos a la cama, anda.

E: ¿Me la tocas una vez más?

+ Mañana.

E: Porfi.

+ No, Eva.

Me niego.

+ Es tarde.

Me refugio en aquel argumento.

+ Tu necesitas dormir.

Beso su cabecita ayudándola al meterse bajo el edredón.

+ Y yo dejar de hacer ruido a estas horas.

Le robó una sonrisa que me devuelve una pizca de alegría.

E: ¿Me acompañas?

+ Vale.

Accedo. Tan solo le lleva un par de minutos volver a conciliar el sueño. Yo cojo mi abrigo y salgo a la terraza con el móvil en la mano. Dudo unos instantes pero marco su contacto...

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