Capitulo 42

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- Vamos, lo dice el rey de la sabiduría y el sufrimiento.

+ ¿Tu qué sabes lo que yo he sufrido?

- Lo mismo que sabes tú de lo que he sufrido yo.

Sentencio. Parece ser que nunca vamos a poder llevarnos bien, sin importar el motivo, seguimos en el bucle constante de nuestra discordia.

- No te confundas, Martín.

Advierto.

- Que sepa comportarme como una profesional y enseñar sonrisas a desconocidos como tú.

Remarco nuestra distancia.

- No significa que mi mundo no se esté viendo abajo.

Le hago recapacitar.

- ¿Pero sabes cuál es la diferencia entre tú y yo?

+ ¿Cuál?

- Que aunque todo indica que los dos hemos sufrido de más, yo no voy por la vida culpando a los demás por ser capaces de coger su sufrimiento de la mano y seguir adelante.

Su gesto me hace saber que le estoy calando dentro.

- Yo no tengo ni puñetera idea de lo que te ha pasado, Martín, pero la gente merece ser feliz, y si ves a alguien que tiene el privilegio de serlo, en vez de juzgarle, deberías de imitarle.

Le hago reflexionar.

- Y ahora por favor, necesito estar sola.

Zanjo el tema.

- Tengo que calentar la voz.

Narra Mateo

En silencio salgo de aquella oficina en que Malú se prepara para cantar. No he podido decir nada, ni he querido hacerlo. Hay algo en ella que me hace pensar. Su carácter misterioso, la dualidad que hay entre su fortaleza y su fragilidad. La verdad que hay en sus palabras cuando decide mostrarse y la gran coraza con la que es capaz de esconderse.

Po: Martín, aquí.

Chasquea sus dedos frente a mi nariz haciéndome despertar del letargo en el que me encontraba.

Po: Te has ido.

+ Lo siento, estaba...

Me disculpo. Tendría que haber ido con Portu a presentarnos frente al director de la institución, pero tras cerrar la puerta que le ha dejado a Malú la privacidad requerida, me he perdido en mis pensamientos.

Po: Vamos, nos están esperando para las presentaciones.

+ ¿Los niños ya están aquí?

Es lo que verdaderamente me importa. Ver a esos chicos que viven una vida llena de oscuridad iluminados con una sonrisa.

Po: Algunos sí.

+ Ya.

Po: Te ves tenso, ¿ha habido algún problema con la jefa?

+ No. Solo estuvimos hablando.

Po: Vosotros discutís demasiado.

+ Tiene mucho carácter.

Po: Ha tenido que sacarlo.

La defiende.

Po: No ha sido fácil para ella triunfar como mujer en un mundo de hombres.

+ Pero lo ha conseguido.

Po: Sí. Con sudor y lágrimas.

Habla orgulloso de ella.

Po: ¿Sabes una cosa, Martín?

Hace una pequeña pausa para mirarme.

Po: Deberías darte la oportunidad de conocerla. Tiene un corazón de oro, es una amiga de fierro, y da los mejores concejos del mundo.

+ Habrá que verlo...

Suspiro sin saber cómo conseguirlo. Quienes presumen de su cercanía dicen lo mismo, pero yo soy un inútil que aún no encuentra la manera de penetrar su coraza.

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