Capítulo 112

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Narra Mateo

Vuelvo a casa de dejar a Eva en la escuela. Todavía me duelen los huevos del calentón que he tenido que comerme y decido darme una ducha fría. Tras salir me lío la toalla a la cintura y recojo la habitación. Mis sabanas aún conservan su olor a vainilla y el escozor en la parte baja de mi cuerpo vuelve a hacerse latente cuando mi cerebro recrea su anatomía y mis dedos parecen volver a sentir su humedad. Esta puta necesidad de amarla va a acabar por consumirme.

Intento apagar el ruido de mi cabeza con música a todo volumen y los acordes de fix you se cuelan por la habitación. Adoro Coldplay, pero no es un buen momento para esta canción, por lo que decido cambiarla y mantenerme ocupado en las obligaciones que se me presentan hoy.

Guardo la foto con Sebastián que tanto susto me ha hecho pasar hace un rato y me pongo ropa cómoda para sentarme frente al ordenador. Me espera un día difícil.

+ ¿Quién es?

Pregunto a gritos desde la cocina al oír el timbre. Necesito más cafeína para poder funcionar.

M: Soy yo.

Mi vecina y nueva mejor amiga aparece en el umbral de mi puerta con una bandeja de churros.

M: Lo bien que se come en España, boludo.

Se cuela en el interior del piso mordiendo uno y apoyando los demás sobre la encimera. A estas alturas no hace falta que la invite a pasar.

M: Vine a acompañarte un rato en este día de mierda.

La abrazo. Malena es un cielo. Sabe que lo que se me viene encima con Alex fugitivo no es poco.

+ Vaya pintas me traes.

Sonrío reparando en su atuendo. Una sudadera que le cubre las nalgas. Imagino que también llevará bragas bajo la gran prenda. Pies desnudos y unas chanclas de color fuerte.

M: Vengo de la cama.

Se encoge de hombros inocente.

M: He pedido desayuno y han traído demasiados.

Muerde otro churro.

M: Che, tengo frío, ¿me prestas unas medias?

Le cedo un par de calcetines.

+ Tengo tantísimo que contarte.

Preparo café para dos.

M: ¿Hablaste con el imbécil de tu hermano?

+ No.

M: ¿Y cuánto te puede haber cambiado la vida desde ayer a la noche para tener tantísimo que contarme?

Se ríe imitándome. Es cierto que estuvo hasta tarde aquí.

+ Vino Malú.

Suelto sin más.

M: ¿Pero no estaba en Valencia?

+ Sí.

Le doy la razón.

+ Se ha plantado aquí por la madrugada.

Le cuento.

+ Ha vuelto para estar conmigo.

M: Mateo, ¡está muerta por vos!

Da pequeños saltitos de alegría.

+ No sabe lo que siente, Male.

Suspiro pasándome las manos por el pelo abatido.

+ Y me está volviendo loco.

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