Narra Mateo
Vuelvo a casa de dejar a Eva en la escuela. Todavía me duelen los huevos del calentón que he tenido que comerme y decido darme una ducha fría. Tras salir me lío la toalla a la cintura y recojo la habitación. Mis sabanas aún conservan su olor a vainilla y el escozor en la parte baja de mi cuerpo vuelve a hacerse latente cuando mi cerebro recrea su anatomía y mis dedos parecen volver a sentir su humedad. Esta puta necesidad de amarla va a acabar por consumirme.
Intento apagar el ruido de mi cabeza con música a todo volumen y los acordes de fix you se cuelan por la habitación. Adoro Coldplay, pero no es un buen momento para esta canción, por lo que decido cambiarla y mantenerme ocupado en las obligaciones que se me presentan hoy.
Guardo la foto con Sebastián que tanto susto me ha hecho pasar hace un rato y me pongo ropa cómoda para sentarme frente al ordenador. Me espera un día difícil.
+ ¿Quién es?
Pregunto a gritos desde la cocina al oír el timbre. Necesito más cafeína para poder funcionar.
M: Soy yo.
Mi vecina y nueva mejor amiga aparece en el umbral de mi puerta con una bandeja de churros.
M: Lo bien que se come en España, boludo.
Se cuela en el interior del piso mordiendo uno y apoyando los demás sobre la encimera. A estas alturas no hace falta que la invite a pasar.
M: Vine a acompañarte un rato en este día de mierda.
La abrazo. Malena es un cielo. Sabe que lo que se me viene encima con Alex fugitivo no es poco.
+ Vaya pintas me traes.
Sonrío reparando en su atuendo. Una sudadera que le cubre las nalgas. Imagino que también llevará bragas bajo la gran prenda. Pies desnudos y unas chanclas de color fuerte.
M: Vengo de la cama.
Se encoge de hombros inocente.
M: He pedido desayuno y han traído demasiados.
Muerde otro churro.
M: Che, tengo frío, ¿me prestas unas medias?
Le cedo un par de calcetines.
+ Tengo tantísimo que contarte.
Preparo café para dos.
M: ¿Hablaste con el imbécil de tu hermano?
+ No.
M: ¿Y cuánto te puede haber cambiado la vida desde ayer a la noche para tener tantísimo que contarme?
Se ríe imitándome. Es cierto que estuvo hasta tarde aquí.
+ Vino Malú.
Suelto sin más.
M: ¿Pero no estaba en Valencia?
+ Sí.
Le doy la razón.
+ Se ha plantado aquí por la madrugada.
Le cuento.
+ Ha vuelto para estar conmigo.
M: Mateo, ¡está muerta por vos!
Da pequeños saltitos de alegría.
+ No sabe lo que siente, Male.
Suspiro pasándome las manos por el pelo abatido.
+ Y me está volviendo loco.