Capítulo 95

99 11 4
                                    

Narra Malú

Me miro al espejo nerviosa. Llevo un vestido simple, pero bonito. Es blanco, como el de todas las novias y el pelo sin apenas recoger. Yo misma he armado mi ramo con las rosas que Sebastián me regaló ayer. Miro el reloj y me pierdo en el ruidoso segundero. Los minutos pasan sin que él aparezca.

- ¡Venga, mi amor, son las novias las que llegan tarde!

Resoplo con el corazón encogido suplicando que aparezca.

- ¿Por qué te tardas tanto?

Estoy atacada. ¿Y si algo ha salido mal?

Me quito las sandalias blancas que hacen juego con el vestido y doy vueltas sin sentido por casa. Me siento en el sofá, luego en la baqueta junto a la isla de la cocina. Vuelvo al sofá sin dejar de alternar la mirada entre el teléfono y el reloj.

Las lagrimas empiezan a correr por mis mejillas a borbotones cuando miro desde la ventana como el horizonte se come al sol. Sebastián tendría que haber estado aquí sobre las nueve de la mañana, pero tras doce largas horas, sigue sin aparecer.

- Sebas, cariño...

Lloro frente al espejo que me devuelve el reflejo fiel a lo que soy, una chiquilla de dieciocho años con todo el maquillaje corrido por llorar tras ser abandonada por el amor de su vida en el día de su boda a escondidas. Debería cambiarme. Debería colocarme el pijama y obligarme a creer que casarnos y escapar juntos un finde que mis padres estaban en Algeciras era una locura. Debería convencerme de que está bien que no llegó, pero no puedo. Intento inútilmente arreglar los restos de rímel que mis lagrimas han arrastrado por mi cara para volver a maquillarme. Cuando aparezca estaré lista para él.

- Voy a esperarte, vamos a irnos juntos y seremos felices para toda la vida, mi amor.

Juro frente al espejo, acariciando alguna rosa que he dejado aún en el florero.

- Por fin.

Ahogo el llanto al abrir la puerta sobre las tres de la mañana, cuando ha sonado el timbre.

- Mi vida, ¿Qué ha pasado?

Hago el amago de cerrar la puerta para escapar junto a él, pero apoya su pie, evitándolo y obligándome a entrar sin querer saber de argumentos.

• Malú, no podemos hacer esto.

No es capaz de sostenerme la mirada.

- ¿Por qué?

No hace falta que intente ocultar el llanto acechante. Llevo todo el día con las lágrimas recorriendo mi rostro, y aunque creía que se agotarían, solo compruebo que están más presentes que nunca.

• Porque es una locura.

- A nosotros nos gustan las locuras.

Argumento acercándome a él.

- Cariño...

• Me voy mañana a Miami.

Anuncia.

• Lo nuestro se acabo.

Zanja.

• No me busques.

Obedezco. Tampoco le sigo hasta la puerta. Tan solo me dejo arrastrar por la pared hasta apoyar el culo en el suelo. Mis piernas no pueden sostenerme y la única solución que encuentro es volver a llorar.

- ¡No!

Me incorporo mirando a mi alrededor. Estoy en casa. Danka duerme a mis pies pero se despierta alarmada al oírme. La habitación está calma y sumergida en la penumbra.

- He vuelto a soñar con él, gorda.

Susurro confesándole a mi fiel compañera la verdad mientras acaricio su lomo sin saber si con aquel gesto lo que busco es relajarla a ella o a mi.



Siento haber tardado tanto en subir, estuve en Sevilla varios días aprovechando antes y después del concierto de Malú...

Ahora que empezáis a conocer un poco lo que pasó entre Malú y Sebastián, contadme que pensáis

Todos los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora