Capítulo 70

115 13 2
                                    

- Si digo que nadie, ¿no vas a dejarme en paz, verdad?

P: Ni falta hace que me lo cuentes.

Me mira con ese gesto de "te he parido y te conozco mejor que tu misma"

P: El nuevo.

Sentencia segura.

P: Bien guapo, con el que anoche estuvisteis tonteando como dos adolescentes.

La miro ojiplática sin creerme que me haya cazado a la perfección.

- ¿Tanto se notaba?

Pregunto preocupada. En el equipo somos como una familia, pero tampoco quisiera que se rumoreen cosas.

P: ¿Qué ibais cachondos desesperados?

Corrobora la pregunta.

P: Pues sí, niña, sí.

Su acento andaluz tan característico me recuerda a cuando me regañaba por estar enamorada perdida de Sebastián y llorarle por tanto tiempo. Puede que no sea el acento, porque lo llevo escuchando toda mi vida, igual es simplemente que a veces me sigue costando hablar de hombres con ella. Es que es imposible que alguna pueda olvidarse de las horas que me pasaba llorando por su culpa y de cómo mamá se tiraba consolándome en cada momento como no supo hacerlo nadie más.

P: Pero ese chiquillo me gusta.

Afirma.

P: Tu sabes que la intuición a mi no me falla y se le nota que es más bueno que dios.

Sonrío nerviosa. Si mi madre sentencia algo puedo considerarlo como verdad absoluta. Es la persona más asertiva que he conocido nunca.

P: ¿Te gusta?

Se sienta a mi lado, atrapando una de mis manos entre las suyas, transmitiéndome esa confianza que siempre me ha dado para confesarle absolutamente todo.

- Es muy guapo.

P: Sí.

- Y aunque al conocerle me parecía un creído, he descubierto que no lo es...

Reflexiono.

- Por el contrario... es humilde, y bueno.

P: Ya lo he dicho yo.

Alardea.

P: Y también te digo que va siendo hora de que alguien vuelva a enamorarte.

- No estoy enamorada de Martin, mamá.

P: Claro que no, hija.

Para mi sorpresa, no me contradice.

P: El amor se construye con el tiempo, cariño, confianza.

Enumera.

P: Vosotros recién os estáis conociendo.

- Tampoco voy a enamorarme de él.

Garantizo.

P: Vale.

Rueda los ojos y se dispone a volver a la cocina.

P: El tiempo va a darme la razón.

Me da una voz que se mezcla con el ruido de los cacharros. ¿Por qué mi madre y Melendi se empeñan en que Martín va a enamorarme si los dos saben que después de lo que pasó con Sebastián yo he dejado de creer en el amor?

Todos los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora