Capítulo 133

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Narra Mateo

Son las dos de la madrugada y el insomnio vuelve a traicionarme. Doy vueltas en la gran cama del hotel y sin poder silenciar mis pensamientos decido salir a la terraza.

- "¿Duermes?"

Su mensaje solo llegó hace diez minutos.

+ "No"

- "¿Te vienes?"

Dejo el móvil sin contestar para ponerme algo encima del pijama y colarme en su habitación. Estaba deseando estar con ella, pero después del concierto se han ido de copas y no me apetecía. He pasado un rato largo al teléfono con Sebastián, desesperado por no poder hacerle entender que no quiero seguir con todo esto.

+ ¿Te has divertido?

Me recibe con un pico encogiéndose de hombros.

- Me apetecía estar contigo.

+ Lo siento.

- ¿Qué ha pasado?

Suspiro. Es el momento perfecto para confesarle mi identidad y explicarle que Sebastián me quita las ganas de todo. Que solo quiero estar con ella honestamente y dedicarme a amarla, pero el miedo a perderla es mucho más fuerte y no tengo el valor para arriesgarme a ello. Además Eva es parte de esta historia, y con ella no puedo equivocarme.

+ Discutí con un amigo en Miami.

Me guía hasta su cama y se sienta abrazándose a mi, apoyados en el cabecero.

- ¿Por qué?

+ Necesita que haga cosas que yo no quiero.

Bufo abatido.

- ¿Y por que no te niegas?

+ Le debo todo.

Me sincero, aunque no en lo más importante.

+ El no estar en la calle, tener a Eva conmigo y no recorriendo diferentes casas de acogida u orfanatos, el dinero de las deudas de Alex, también el de su recuperación y que ahora le hayan encontrado.

Aunque mi hermano se niegue a hablar conmigo, Sebastián ha dado con él, y se está ocupando de todas sus cagadas.

- Puedo ayudarte a conseguir dinero.

La abrazo con fuerza. Es tan bonita y tiene un corazón de oro. Joder, mi amor, no quiero lastimarte.

+ No es solo el dinero, son sus contactos.

Maldigo.

+ Yo puedo trabajar de lo que sea, aquellos años tan duros quedaron atrás.

Le cuento agradecido de haber salido de aquella mala racha en que Sebastián fue muy generoso conmigo.

+ Y por más que Alex sea mi hermano y haría prácticamente todo por ayudarle, ya es mayor y debe entender que sus desiciones tienen consecuencias, pero...

- Eva.

Adivina.

+ Eva.

Le doy la razón.

+ Es muy pequeñita y ya ha sufrido demasiado. Tengo que protegerla.

- ¿Crees que podría quitártela?

+ Si no lo creyera jamás haría las cosas que hago por él.

- ¿Qué cosas?

Me mira dulcemente y deseosa de ayudarme.

+ No te lo puedo contar.

Le aparto la mirada.

- Vale.

Acepta comprensiva.

- Pero ahora no pienses más en él.

Me pide besando mis labios y saboreándolos con parsimonia, mimosa, pegadita a mí.

- ¿Te ha gustado el concierto?

Sonrío sonoramente. ¿Cómo no iba a gustarme?

+ Me ha encantado.

Prometo.

+ Especialmente aquella canción que hace un tiempo un chaval te propuso cantar en acústico y tú te negaste.

- ¿Qué chaval?

+ Uno pesado, que tú no podías ni ver.

La pico.

- No me suena de nada.

+ Ah, vale. ¿Ha sido tu idea?

Niega.

- Es tan buena que parece mía.

Alardea con chulería.

- Pero es del chico que me gusta.

Admite con la timidez de una quinceañera.

+ Ya. Parece saber mucho de música, porque tu voz ha quedado perfecta con solo un piano de fondo.

- No sé. Me han comentado que sabe bastante, pero él se niega a tocar cualquier instrumento, aunque se lo he pedido muchas veces.

Me hace sonreír.

+ Te prometo que serás la primera en escucharme cuando me sienta preparado.

Beso sus labios.

- No tardes en estarlo.

Suplica aún en mi boca.

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