Narra Mateo
Son las dos de la madrugada y el insomnio vuelve a traicionarme. Doy vueltas en la gran cama del hotel y sin poder silenciar mis pensamientos decido salir a la terraza.
- "¿Duermes?"
Su mensaje solo llegó hace diez minutos.
+ "No"
- "¿Te vienes?"
Dejo el móvil sin contestar para ponerme algo encima del pijama y colarme en su habitación. Estaba deseando estar con ella, pero después del concierto se han ido de copas y no me apetecía. He pasado un rato largo al teléfono con Sebastián, desesperado por no poder hacerle entender que no quiero seguir con todo esto.
+ ¿Te has divertido?
Me recibe con un pico encogiéndose de hombros.
- Me apetecía estar contigo.
+ Lo siento.
- ¿Qué ha pasado?
Suspiro. Es el momento perfecto para confesarle mi identidad y explicarle que Sebastián me quita las ganas de todo. Que solo quiero estar con ella honestamente y dedicarme a amarla, pero el miedo a perderla es mucho más fuerte y no tengo el valor para arriesgarme a ello. Además Eva es parte de esta historia, y con ella no puedo equivocarme.
+ Discutí con un amigo en Miami.
Me guía hasta su cama y se sienta abrazándose a mi, apoyados en el cabecero.
- ¿Por qué?
+ Necesita que haga cosas que yo no quiero.
Bufo abatido.
- ¿Y por que no te niegas?
+ Le debo todo.
Me sincero, aunque no en lo más importante.
+ El no estar en la calle, tener a Eva conmigo y no recorriendo diferentes casas de acogida u orfanatos, el dinero de las deudas de Alex, también el de su recuperación y que ahora le hayan encontrado.
Aunque mi hermano se niegue a hablar conmigo, Sebastián ha dado con él, y se está ocupando de todas sus cagadas.
- Puedo ayudarte a conseguir dinero.
La abrazo con fuerza. Es tan bonita y tiene un corazón de oro. Joder, mi amor, no quiero lastimarte.
+ No es solo el dinero, son sus contactos.
Maldigo.
+ Yo puedo trabajar de lo que sea, aquellos años tan duros quedaron atrás.
Le cuento agradecido de haber salido de aquella mala racha en que Sebastián fue muy generoso conmigo.
+ Y por más que Alex sea mi hermano y haría prácticamente todo por ayudarle, ya es mayor y debe entender que sus desiciones tienen consecuencias, pero...
- Eva.
Adivina.
+ Eva.
Le doy la razón.
+ Es muy pequeñita y ya ha sufrido demasiado. Tengo que protegerla.
- ¿Crees que podría quitártela?
+ Si no lo creyera jamás haría las cosas que hago por él.
- ¿Qué cosas?
Me mira dulcemente y deseosa de ayudarme.
+ No te lo puedo contar.
Le aparto la mirada.
- Vale.
Acepta comprensiva.
- Pero ahora no pienses más en él.
Me pide besando mis labios y saboreándolos con parsimonia, mimosa, pegadita a mí.
- ¿Te ha gustado el concierto?
Sonrío sonoramente. ¿Cómo no iba a gustarme?
+ Me ha encantado.
Prometo.
+ Especialmente aquella canción que hace un tiempo un chaval te propuso cantar en acústico y tú te negaste.
- ¿Qué chaval?
+ Uno pesado, que tú no podías ni ver.
La pico.
- No me suena de nada.
+ Ah, vale. ¿Ha sido tu idea?
Niega.
- Es tan buena que parece mía.
Alardea con chulería.
- Pero es del chico que me gusta.
Admite con la timidez de una quinceañera.
+ Ya. Parece saber mucho de música, porque tu voz ha quedado perfecta con solo un piano de fondo.
- No sé. Me han comentado que sabe bastante, pero él se niega a tocar cualquier instrumento, aunque se lo he pedido muchas veces.
Me hace sonreír.
+ Te prometo que serás la primera en escucharme cuando me sienta preparado.
Beso sus labios.
- No tardes en estarlo.
Suplica aún en mi boca.