Narra Mateo
Su mirada dubitativa me demuestra que no cree en lo que digo, pero no voy a discutirle, simplemente voy a demostrarle que llevo razón. Que amar es lo más bonito que pueden hacer las personas y que entregarse al otro lleno de sentimientos difiere totalmente de follar.
+ Oye.
Sonrío con la idea que acabo de tener.
+ ¿Y si salimos?
- ¿A dónde?
Pregunta desconcertada.
+ A divertirnos.
Propongo sin ningún plan fijo.
+ Puede ser al cine, a tomar unas tapas o lo que tengas ganas.
Reflexiona un par de segundos.
- Vale.
Acepta sonriente.
+ ¿A dónde le apetece ir a la señorita?
- No lo sé.
Se encoge de hombros.
- Sorpréndeme.
Me reta.
- Tu planeas, y yo subo a arreglarme.
Desaparece escaleras arriba dejándome con el marrón. Podría tirar de esos planes cursis cómo llevarla a cenar a un sitio elegante, pero prefiero apostar por algo divertido y que no haya hecho antes. La pregunta es ¿el qué?
Cojo mi móvil buscando ayuda en internet y creo dar con el plan adecuado.
+ Ponte cómoda.
Le doy una voz. Lleva por lo menos veinte minutos ahí arriba. Me ha dado tiempo suficiente para barajar diferentes locales y volver a ponerme mi ropa seca
- ¿A dónde vamos?
Grita desde su habitación.
+ Aún no lo sé.
Contesto sin mentir. Me debato entre dos opciones y únicamente si la lluvia nos da una tregua podremos hacer ambas.
- Miedo me das.
Me sorprende bajando las escaleras.
+ ¡Guau!
Se me escapa al verla. Esta increíble. Lleva unos pantalones negros de cuero, una blusa del mismo color que llena de transparencias deja ver su piel y una chaqueta rebosante de brillos.
+ Te ves preciosa.
La alago. Su mirada cae al suelo invadida por una enorme timidez.
+ ¿Vamos?
Le tiendo la mano inclinándome con una reverencia.
- Tonto.
Golpea mi hombro.
+ Tu estás cogiendo la manía de pegarme.
Me quejo acariciándome exageradamente.
- Anda, ¿a donde me llevas?
Inquiere curiosa montándose en el coche.
+ A jugar billar.
Quisiera sorprenderla, pero hay cosas que todavía no conozco tanto de ella, como si le gusta esta clase de salidas, y prefiero cambiar nuestro destino que no verla disfrutar.
- Martín, yo no sé jugar.
Me mira preocupada.
- Nunca lo he intentado.
+ Yo puedo enseñarte.
Propongo.
+ O cambiamos de plan.
Se lo piensa un par de segundos.
- ¿Sabes que yo siempre gano, verdad?
Sonríe creída.
- Aunque no sepa jugar.
Advierte.
- Confío el la suerte de principiantes.