Capítulo 121

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Narra Mateo

Su mirada dubitativa me demuestra que no cree en lo que digo, pero no voy a discutirle, simplemente voy a demostrarle que llevo razón. Que amar es lo más bonito que pueden hacer las personas y que entregarse al otro lleno de sentimientos difiere totalmente de follar.

+ Oye.

Sonrío con la idea que acabo de tener.

+ ¿Y si salimos?

- ¿A dónde?

Pregunta desconcertada.

+ A divertirnos.

Propongo sin ningún plan fijo.

+ Puede ser al cine, a tomar unas tapas o lo que tengas ganas.

Reflexiona un par de segundos.

- Vale.

Acepta sonriente.

+ ¿A dónde le apetece ir a la señorita?

- No lo sé.

Se encoge de hombros.

- Sorpréndeme.

Me reta.

- Tu planeas, y yo subo a arreglarme.

Desaparece escaleras arriba dejándome con el marrón. Podría tirar de esos planes cursis cómo llevarla a cenar a un sitio elegante, pero prefiero apostar por algo divertido y que no haya hecho antes. La pregunta es ¿el qué?

Cojo mi móvil buscando ayuda en internet y creo dar con el plan adecuado.

+ Ponte cómoda.

Le doy una voz. Lleva por lo menos veinte minutos ahí arriba. Me ha dado tiempo suficiente para barajar diferentes locales y volver a ponerme mi ropa seca

- ¿A dónde vamos?

Grita desde su habitación.

+ Aún no lo sé.

Contesto sin mentir. Me debato entre dos opciones y únicamente si la lluvia nos da una tregua podremos hacer ambas.

- Miedo me das.

Me sorprende bajando las escaleras.

+ ¡Guau!

Se me escapa al verla. Esta increíble. Lleva unos pantalones negros de cuero, una blusa del mismo color que llena de transparencias deja ver su piel y una chaqueta rebosante de brillos.

+ Te ves preciosa.

La alago. Su mirada cae al suelo invadida por una enorme timidez.

+ ¿Vamos?

Le tiendo la mano inclinándome con una reverencia.

- Tonto.

Golpea mi hombro.

+ Tu estás cogiendo la manía de pegarme.

Me quejo acariciándome exageradamente.

- Anda, ¿a donde me llevas?

Inquiere curiosa montándose en el coche.

+ A jugar billar.

Quisiera sorprenderla, pero hay cosas que todavía no conozco tanto de ella, como si le gusta esta clase de salidas, y prefiero cambiar nuestro destino que no verla disfrutar.

- Martín, yo no sé jugar.

Me mira preocupada.

- Nunca lo he intentado.

+ Yo puedo enseñarte.

Propongo.

+ O cambiamos de plan.

Se lo piensa un par de segundos.

- ¿Sabes que yo siempre gano, verdad?

Sonríe creída.

- Aunque no sepa jugar.

Advierte.

- Confío el la suerte de principiantes.

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