Capítulo 39

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M: Seguiremos siendo amigos.

Sugiere.

M: Cómplices.

Sonríe tan dulce que le comería toda la cara.

M: Nos seguiremos riendo de las mismas tonterías de siempre...

- Pero sin sexo...

Acabo la oración.

M: Mola saber que si nos tenemos ganas podemos echar un polvo.

Reconoce con la mirada pícara.

M: Pero creo que debemos volver a nuestras noches de vino, música e interminables charlas, Lula.

Admite.

M: No nos hace bien follar cada vez que nos encontramos.

- Vale.

Da igual si le doy la razón o no. Porque lo único que podría discutirle es que habla en plural, incluyéndome, cuando en realidad al único que no le hace bien dejar las cosas tal cual están es a él, pero Melendi es mi mejor amigo, y si el necesita volver a lo que éramos antes, no pienso negárselo, porque si hay una cosa de la que estoy segura, es que si el cree en el amor, no voy a ser yo la que se interponga.



Narra Mateo

Llevo varias horas frente al ordenador. Agotado doy un sorbo a la última taza de café y le doy a enviar a aquel correo que invita a mis compañeros a celebrar los conciertos a beneficio que haremos dentro de un par de semanas. He tenido que hacer uso de la dichosa tarjeta de crédito que me he negado todo este tiempo a usar, pero alquilar un local privado y conseguir barra libre para todos tiene un precio, y no dudo que quien se autodenomina mi mejor amigo esta deseando pagarlo. Confío en que una fiesta distendida y exclusiva solo para el equipo con varias copas de alcohol y adrenalina post concierto consiga soltarle la lengua a alguno.

E: Mateo, me encantan, ya los he escuchado todos.

Me cuenta ilusionada y con carita de sueño. Se me ha ido el santo al cielo y estás no son horas para que una niña de siete años esté fuera de la cama, especialmente si mañana tiene que ir a la escuela.

+ Eva, cariño, tienes que irte a dormir.

E: No, quería escuchar este una vez más.

Guerra fría lo trae con ella.

E: Es mi favorito.

+ ¿Por qué ese?

E: Es el más guay.

Asegura con simpleza y convicción.

+ Vale, mañana te lo vuelves a poner, ahora vamos a dormir.

E: ¿Me cuentas un cuento?

+ Vale.

Accedo acompañándola a su habitación.

+ ¿Cuál quieres?

Me acerco a la repisa donde guarda todos sus libros.

E: Ninguno de esos.

La miro suspicaz.

E: Uno que inventes tú.

Me mira con ojitos suplicantes y junta sus manitas frente a su cara.

E: Porfi.

+ Eva, se me da fatal inventar historias, eso tú lo sabes.

E: No la inventes.

Tira de mi para que me siente junto a ella y se mete bajo las sabanas bien acurrucadita bajo el edredón.

E: Imagínate conmigo.

Me pide.

E: ¿Cómo crees que será Malú?

Todos los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora