M: Seguiremos siendo amigos.
Sugiere.
M: Cómplices.
Sonríe tan dulce que le comería toda la cara.
M: Nos seguiremos riendo de las mismas tonterías de siempre...
- Pero sin sexo...
Acabo la oración.
M: Mola saber que si nos tenemos ganas podemos echar un polvo.
Reconoce con la mirada pícara.
M: Pero creo que debemos volver a nuestras noches de vino, música e interminables charlas, Lula.
Admite.
M: No nos hace bien follar cada vez que nos encontramos.
- Vale.
Da igual si le doy la razón o no. Porque lo único que podría discutirle es que habla en plural, incluyéndome, cuando en realidad al único que no le hace bien dejar las cosas tal cual están es a él, pero Melendi es mi mejor amigo, y si el necesita volver a lo que éramos antes, no pienso negárselo, porque si hay una cosa de la que estoy segura, es que si el cree en el amor, no voy a ser yo la que se interponga.
Narra Mateo
Llevo varias horas frente al ordenador. Agotado doy un sorbo a la última taza de café y le doy a enviar a aquel correo que invita a mis compañeros a celebrar los conciertos a beneficio que haremos dentro de un par de semanas. He tenido que hacer uso de la dichosa tarjeta de crédito que me he negado todo este tiempo a usar, pero alquilar un local privado y conseguir barra libre para todos tiene un precio, y no dudo que quien se autodenomina mi mejor amigo esta deseando pagarlo. Confío en que una fiesta distendida y exclusiva solo para el equipo con varias copas de alcohol y adrenalina post concierto consiga soltarle la lengua a alguno.
E: Mateo, me encantan, ya los he escuchado todos.
Me cuenta ilusionada y con carita de sueño. Se me ha ido el santo al cielo y estás no son horas para que una niña de siete años esté fuera de la cama, especialmente si mañana tiene que ir a la escuela.
+ Eva, cariño, tienes que irte a dormir.
E: No, quería escuchar este una vez más.
Guerra fría lo trae con ella.
E: Es mi favorito.
+ ¿Por qué ese?
E: Es el más guay.
Asegura con simpleza y convicción.
+ Vale, mañana te lo vuelves a poner, ahora vamos a dormir.
E: ¿Me cuentas un cuento?
+ Vale.
Accedo acompañándola a su habitación.
+ ¿Cuál quieres?
Me acerco a la repisa donde guarda todos sus libros.
E: Ninguno de esos.
La miro suspicaz.
E: Uno que inventes tú.
Me mira con ojitos suplicantes y junta sus manitas frente a su cara.
E: Porfi.
+ Eva, se me da fatal inventar historias, eso tú lo sabes.
E: No la inventes.
Tira de mi para que me siente junto a ella y se mete bajo las sabanas bien acurrucadita bajo el edredón.
E: Imagínate conmigo.
Me pide.
E: ¿Cómo crees que será Malú?